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“¡Cuántos asesinatos hay en México!” (la PAX-pejelagarta)

No, no es pregunta, el mundo lo sabe. México vive al día de hoy el sexenio más violento en la historia con casi 122 mil homicidios, en 42 meses. Tan solo en mayo asesinaron a 2 mil 833 mexicanos. Esa el la PAX-pejelagarta. 

Su majestad pejelagarta, debe estar orgulloso de que ya le ganó a Calderón en algo, pues la llamada guerra contra el narcotráfico del sexenio del panista, causó 120 mil 463 asesinatos. Aquí ya no se puede comparar con él, a menos que sea un desquiciado y si insiste le van a dar su buena callada de boca.

Ya el llamado de atención llegó desde el Vaticano, en voz de uno de los hombres más poderosos del mundo, a quien los “abrazos”, le arrebataron a dos de sus hermanos, que fueron ejecutados a sangre fría en su propio templo por un sicario, alguien que se sabe intocable, que se dio el tiempo de perdonar la vida a uno de ellos para ofrecer una disculpa por ejecutar a los jesuitas y robarse los cadáveres.

La Compañía de Jesús nació entre 1538 y 1541 y no tardaron mucho en llegar al Nuevo Continente, pues los jesuitas llegaron a México en 1572, con la misión de evangelizar y educar en lo que hoy son los estados de Guanajuato, San Luis Potosí, Coahuila, Chihuahua, para luego extenderse por otros estados del país.

De esa forma los religiosos comenzaron el proceso de adoctrinamiento de los diferentes pueblos indígenas durante dos siglos, lo que les otorgó cierto poder dentro de la iglesia. Pero eso no le gustó a muchos de sus correligionarios.

En el año de 1772 fueron acusados de enriquecimiento y de ayudar en los asesinatos de dos reyes en Portugal y Francia.

Ya etiquetados como enemigos de la iglesia, fueron inmediatamente expulsados del Continente Americano, lo que derivó en un radical cambio en la sociedad, en la que los indígenas sufrieron las consecuencias.

Con la partida de los misioneros, la organización de los indigenas desapareció y se volvieron aislados y vulnerables ante el asedio de los colonizadores, les arrebataron sus tierras para otrogarlas a españoles, mestizos y mulatos, contribuyendo a que se fuera debilitando su identidad cultural y no tuvieron más alternativa que alquilarse como peones para medio comer.

Cuatro décadas más tarde, una vez resueltas las diferencias, les fue permitido regresar a la Nueva España con una orden de Fernando VII, restaurando a los religiosos en sus antiguas misiones y en algunas nuevas, sin recobrar nunca los bríos que fueron abruptamente cortados, 40 años atrás por Carlos III, hasta hace apenas unos años, en 2013, con la unción de Jorge Mario Bergoglio, como el Papa número 266 de la historia.

Hoy la Compañía de Jesús,cuenta con poco más de 17 mil miembros en todo el mundo, cumpliendo funciones como sacerdotes, hermanos, escolásticos y novicios, lo que la convierte en el grupo religioso masculino más grande del catolicismo, además de conformar el más grande proyecto global de educación universitaria de la historia, a la que hoy acuden más de un millón y medio de estudiantes, distribuidos en más de 230 universidades alrededor del mundo.

En nuestro país, los jesuitas tienen 6 colegios y el Sistema Universitario Jesuita, que cuenta con 8 instituciones de educación superior, con presencia en Tijuana, Nogales, Chihuahua, Sierra Tarahumara, Torreón, Parras, Monterrey, Tampico, Guadalajara, Puente Grande (Jalisco), Ciudad Guzmán, León, Ciudad de México, Puebla, Oaxaca, Jaltepec (Oaxaca), Tatahuicapan (Veracruz), Huayacocotla (Veracruz), Mérida, Arena (Chiapas), Bachajón (Chiapas) y Frontera Comalapa (Chiapas).

Los jesuitas son, pues, gente de bien.

Ya todos conocemos la historia de los dos jesuitas ejecutados por el crimen organizado, al que tanto abraza y respeta el actual régimen. Ambas cosas no creo que haya un mexicano que diga que no lo lamenta.

Los sacerdotes Javier Campos Morales, El Gallo, y Joaquín César Mora Salazar, El Morita, ejecutados y después sus cuerpos vejados y abandonados por ahí, como sucede todos los días en este país, el de los abrazos, donde el gobierno que prometió cumplir y hacer cumplir la ley, es su principal violador.

A los hermanos jesuitas y a los hermanos mexicanos que han sido tocados con la sangre de uno de los suyos, expreso mi solidaridad absoluta. Este gobierno no va a cambiar, tiene otras prioridades. Tenemos que cuidarnos a nosotros mismos.

Para los fanáticos, les invito a que sigan creyendo en su mesías, pero por favor en este asunto de la violencia y de la inseguridad, duden, duden un poquito y vean desde su palco cómo este país arde -mientras el gobierno está en campaña-, cómo se va a poner peor.

¿Cuántos asesinatos hay en México?

“Los que usted diga… mi señor presidente”.

Créanle en su aeropuerto, en su refineria, en su tren, en sus “detente”, en su honestidad, en la de sus hijos, de su hermano, de su familia, de Bartlett, créanle que camina sobre el agua, que batea más de 300, que todo está requetebien, en todas las promesas de un México mejor, prospero y amoroso para todos (pero en el futuro).

Créanme que me apena mucho decirte que, durante el tiempo que amablemente te tomaste para leer hasta el final de este texto, una persona ha sido asesinada aquí, en el México que vivimos todos, quizá fue un conocido, un vecino un paisano, el amigo de un amigo, pero seguro era hijo de alguien, padre de alguien, amigo de alguien, así como cualquiera de nosotros.

En este país de los abrazos, bajo la PAX-pejelagarta, el próximo puede ser cualquiera.

El Dios en el que creas, al que veneres, viva en la tierra o en el cosmos, no quiere ver a sus fieles vestidos con sangre.

Ya, por favor, despierten.

Tiempo al tiempo.

Redacción El Queretano

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