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El PRI, tan lejos de la presidencia y tan cerca de la península…

El otrora todo poderoso Partido Revolucionario Institucional, que apenas el pasado mes de marzo celebró, su 90 aniversario, “renovará” su dirigencia nacional.

El revolucionario institucional (y sus predecesores), mandaron en México de manera ininterrumpida durante 70 años, desde Pascual Ortiz Rubio, hasta Ernesto Zedillo, después vino su primera derrota oficial a manos de Vicente Fox en el año 2000, donde por primera vez lo daban por muerto.

Hoy estamos en la antesala de la elección para encabezar el destino del PRI (o lo que queda de él), después de la debacle en las elecciones federales del año pasado. Aunque nunca hay que dar por muerto a nadie, ni siquiera al tricolor, pues luego de las presidencias de Fox y Calderón, el Revolucionario Institucional llegó de nueva cuenta a la silla, en el 2012 encabezado por Enrique Peña Nieto y soportado por los más reacios priistas, el conocido grupo Atlacomulco.

El “Peñato” acabó con el supuesto nuevo PRI, la corrupción los excesos y demás prácticas afines al PRI, regresaron también, solo para aniquilarlo y ser presa fácil del ahora Presidente Andrés López.

La frase hecha “renovarse o morir”, le viene bien al Revolucionario Institucional que, tras 43 días de campaña, dos debates, los aspirantes: Ivonne Ortega, Lorena Piñón y Alejandro Moreno, buscan dar un golpe de timón al partido, pues deberán aprender a ser minoría, oposición y a soportar el Morenato, pues estarán al frente del tricolor en el periodo de 2019 a 2023.

A los aspirantes a dirigir al PRI hay que recordarles que en política hay que sumar que la gente no quiere ver pleitos ni circos, el pueblo quiere resultados, y que les resuelvan los problemas de sus comunidades, los priistas, los que quedan, quieren resultados

La renovación ideológica la atención y la unión de la militancia, reformular la oferta política del partido e integrar nuevas medidas democráticas en su interior, son puntos que la nueva dirigencia tiene que marcar en su agenda para levantarse de la lona.

Sin embargo, estos días de campaña, los aspirantes a la dirigencia del PRI, lejos de propuestas serias y acciones concretas a realizar, han caído en una serie de acusaciones de todos contra todos, pues uno acusa al otro de compadrazgos, la otra al otro de corrupto, “amiguismos” luego acusan de tráfico de influencias, desvío de recursos, donde lo único que queda claro es que el PRI no va a cambiar.

En el segundo (y último debate) los candidatos Alejandro Moreno, Ivonne Ortega y Lorena Piñón coincidieron en afirmar (cada quien en su forma) en la necesidad de que el partido vuelva a ser una oposición crítica y unida para hacer frente a “los errores del gobierno de Andrés Manuel López Obrador”.

Sin embargo, todos sabemos que la carrera es de dos, entre “Alito” e Ivonne Ortega, quienes durante el desarrollo del debate se criticaron de forma mutua su desempeño como gobernadores de Campeche y Yucatán, respectivamente, donde no perdieron oportunidad de sacar sus “trapos al sol” con asuntos de corrupción, políticas de seguridad y falta de equidad de género.

Así se las ha gastado el PRI, no sé si el nuevo o el viejo o un híbrido extraño que busca su lugar en el mapa político del país.

Así vamos a llegar al domingo 11, fecha en que se realizará la votación, exclusivamente para militantes. El padrón registrado ante el Instituto Nacional Electoral es de 6 millones 764 mil 615.

Se dice que, de ganar las elecciones, Alejandro Moreno Cárdenas se perfila para buscar la candidatura presidencial, sin embargo, habrá que recordarle al campechano que la historia no le favorece, pues solo dos secretarios generales del PRI han sido presidentes de México: Adolfo López Mateos y Abelardo L. Rodríguez. Y de eso ya pasó una vida. (sin mencionar el sendo fracaso del tabasqueño Roberto Madrazo)

Así que veremos cuáles son las verdaderas intenciones de “Alito”.

El domingo 11 de agosto, la militancia va a poder votar por el mejor proyecto que encauce su partido, que lo coloque como un verdadero partido de oposición que esté unido, el proceso les debe generar una verdadera sensación de unidad para que sea un partido de verdadera oposición desde la base no desde la cúpula.

El elegido debe de trabajar en un proyecto de unidad del partido y convencer a la militancia de que es tiempo de “refundarse o “refundirse”, como dijo Ivonne Ortega.

No cabe duda que esta elección para presidente y secretario General del PRI es peninsular, pero si recordamos fue precisamente en ese lugar donde comenzó el principio del fin de los dinosaurios.

Tiempo al tiempo.

@hecguerrero

Héctor Guerrero

Periodista. Director en @politicamx @TiempoReal_mx y @losfuertes.mx Adicto a la información. Apasionado y en línea con los deportes y la política. México

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