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Música contra el fin del mundo: Solovino en el festival FRECUENCIA CENTRAL.

¿Qué implica hacer un concierto en el nuevo mundo? Meses de preparación. Permisos y regulaciones de todo tipo. Todo un sistema de streaming profesional. El desarrollo de un protocolo de seguridad sanitaria para proteger a los miembros de la producción y las bandas. Las ganas de volver a hacer retumbar las paredes. 

Frecuencia Central es el movimiento que busca profesionalizar y salvaguardar a la música queretana, en los primeros días después del fin del mundo. Este esfuerzo no sería posible de no ser por el trabajo en conjunto de Conexzión Producción Musical, Vándalo MX, la Secretaría de Cultura del Estado de Querétaro y las bandas involucradas. 

A partir del 18 de octubre con la presentación de Solvino, cada domingo en punto de las 19:00, “El Sala Conexzión” respira profundo una vez más y, durante una hora, revive. A diferencia de otros eventos, todas las transmisiones en vivo son gratuitas porque la única intención de Frecuencia Central es llevar la música a cada rincón posible. Esto es más que un movimiento: esto es la música, desde su trinchera, combatiendo al covid. 

José Miguel “Mike” Elizalde, director de Conexzión Producción Musical, durante las pruebas de sonido previas al concierto de Solovino el 18 de octubre. A cada lado, miembros del equipo de producción.
“El zippi”, integrante de Conexzión, arreglando los últimos detalles durante el ensayo de Solovino en “El Sala” antes de la transmisión en vivo. Incluso desde antes de que ingresara la banda al foro, todo el staff utilizó su cubrebocas mientras desinfectaban micrófonos y demás equipo que entraría en contacto con los músicos de Solovino. 
La silueta de David Martínez, tecladista de Solovino, a unos segundos de comenzar la transmisión en vivo de la primera edición de Frecuencia Central. Aunque el concierto sucedió a puerta cerrada, sin público, eso no detuvo a la producción de programar un gran espectáculo de luces. 

A las 19:00 en punto sólo hay silencio y obscuridad en El Sala, comienza la transmisión. Sólo algunos rayos amarillos sobre el escenario. De pronto, se prenden las luces, comienza la música. Al ritmo de “Afromonkey”, comienzan a resonar el bajo y los tambores entre los muros del salón. 


Equipo de producción paseándose por el escenario para hacer tomas dinámicas de los músicos de Solovino mientras tocan.
Raúl Vallejo, vocalista de Solovino en el escenario con su saxofón. Adolf Ángeles en la batería al fondo. 
Alejandro “Loco” Ramírez al comienzo de la transmisión, disfrutando el escenario de nuevo. 
Equipo de producción paseándose por el escenario para hacer tomas dinámicas de los músicos de Solovino mientras tocan. 
Jorge Pitol en un riff con su bajo Warwick Corvette. 
Francisco Jiménez, percusionista de Solovino, en un solo de djembe: un tambor de origen africano. Solovino tiene una peculiar mezcla de persecuciones que le dan su sonido característico: timbales, bongoes, djembe y una batería. 
Jerry Gómez, baterista de Solovino. 
Alan Olmont, trompetista de Solovino interpretando “La Malquerida”, uno de los éxitos de Solovino.

En el transcurso de una hora, la banda presentó 8 de sus canciones más emblemáticas, “El Temblor” y “La Malquerida”, por mencionar un par. En dos ocasiones, Raúl Vallejo se detuvo para platicar con el público y contarles sobre el proyecto de Solovino y Frecuencia Central, así como lo importante que es el apoyo de la gente en redes para continuar creciendo. 

Durante toda la transmisión, ciertos momentos destacaron gracias al trabajo de la producción y los músicos, quienes disfrutaron la oportunidad de tocar de nuevo en un escenario. 

Cerca del final del concierto, los integrantes de Solovino se juntan alrededor de Raúl Vallejo mientras toca un solo en su saxofón, uno de los sonidos clave en las canciones de este grupo.  
Fotografía de Braulio Cabrera (@brauliocabreraa)
Alejandro Ramírez con su guitarra Fender Stratocaster modelo 1992, mismo año de su nacimiento. 

Durante más de 60 minutos, todos dentro y fuera de El Sala Conexzión permitieron que la música los ayudara a olvidar el virus. En un ambiente seguro, recuperaron y regalaron un poco de esa vida que se perdió desde marzo. 

El primer concierto de Frecuencia Central terminó con los aplausos de la producción en la sala, y los de 300 espectadores en distintas partes de la ciudad, o de México. Un foro y 300 hogares se llenaron de ritmo y melodías el domingo por la tarde.   

Esto es hacer música en la nueva normalidad: con cubrebocas, a puerta cerrada, pero sin miedo, con ganas de llevarla a todos los oídos que quieran escuchar. 

Equipo de Conexzión, Vándalo MX y Solovino al terminar el concierto en El Sala Conexzión. 
Los últimos destellos de los reflectores sobre el escenario, antes de que enciendan las luces del foro y acabe la primera edición de Frecuencia Central. 

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