Subterráneo

A cinco años de la explosión en Tlahuelilpan, las familias siguen en el olvido.

Por Verónica Jiménez

A cinco años del estallido en el kilómetro 226 del oleoducto Tuxpan-Tula que dejó 137 muertos y decenas de heridos, los apoyos para los deudos siguen sin llegar.

El mausoleo que prometió el gobierno federal para honrar la memoria de las víctimas, nunca se construyó, tampoco llegaron las becas para los 194 huérfanos, ni los proyectos para las viudas.

Los sobrevivientes, son el recuerdo de esa tragedia, por las heridas que les dejaron quemaduras en la mayor parte de su cuerpo y que son visibles a simple vista.

En la zona cero, en la comunidad de San Primitivo, en medio de parcelas de alfalfa, está el estremecedor lugar donde quedaron carbonizados los cuerpos humanos, ahí fueron colocadas cruces y algunas lápidas.

Esta tarde al filo de las 16:00 horas, habrá una misa para pedir por el descanso de las almas de quienes nunca se imaginarían que ese sería su último día.

Fue la tarde del 18 de enero de 2019 al filo de las 14: horas cuando las familias de varios municipios llegaron atraídos por una fuente de gasolina que era atractiva pues eran los días de desabasto por la lucha contra el huachicol que había emprendido el gobierno de AMLO.

La gente se juntó como si fuera una gran fiesta y ahí todos llenaban bidones, cubetas y pequeñas garrafas a pesar de que había militares resguardando la zona y las autoridades estatales sabían que era lo que pasaba.

Transcurrieron varias horas, poquito más de cinco horas, cuando de momento, sobrevino la explosión y ahí instantáneamente murieron más de 100 personas, otras corrían a grito vivo pues eran antorchas vivientes.

Fueron escenas brutales que fueron captadas por reporteros locales que alarmados se colocaron en lugares seguros pues sabían que eso ocurriría.

A cinco años de esa tragedia, hay dolor, la pesadilla no termina, pues el estigma los ha marcado como un pueblo huachicolero.

Ello, pese a que las familias viven del campo y del comercio, otros son los que se dedican a la extracción ilegal de los ductos de Petróleos Mexicanos.

Esos grupos delictivos que están bien identificados por las autoridades federales, estatales y municipales, pero que operan a la sombra de la noche o de la madrugada para llevarse las gasolinas que ordeñan.

Esta mañana ya está lista la zona cero para una misa en la que se pedirá por el descanso de los difuntos.

Las autoridades locales mandaron remozar el terreno mientras que los familiares se han acercado a colocar flores.

La celebración eucarística será a las cuatro de la tarde, y luego nada más, la gente seguirá su vida en medio del dolor que les ha dejado el huachicol, un delito que se sigue cometiendo.

Apenas el martes, la picadura del oleoducto que corre de Tuxpan y llega hasta la refinería Miguel Hidalgo de Tula, provocó una fuente de al menos tres metros de altura en Tepepango y ayer dos camionetas quedaron calcinadas cerca del ducto a la altura del municipio de Ajacuba, dos municipios cercanos a Tlahuelilpan por donde cruza ese mismo ducto que estalló un 18 de enero de 2019.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba