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El nuevo oro líquido

En medio de todo tipo de rumores, por fin algunos gobiernos han aprobado el uso de las primeras vacunas contra el Covid 19. Canadá aseguró su acceso al medicamento de los principales laboratorios pagando miles de millones de dólares. Con una población de 36 millones de personas -en caso de hacer efectivas sus compras adelantadas- tendría acceso a más de 400 millones de dosis. Canadá se ha colocado como el país desarrollado con más vacunas per cápita. En este momento, en el país solo se ha autorizado la vacuna de Pfizer, Moderna podría ser aprobada en unos días. 

El 13 de diciembre llegaron a territorio canadiense las primeras 30 mil dosis de la vacuna de Pfizer contra el coronavirus. Provenientes de Bélgica, vía Alemania y los Estados Unidos, el plan de distribución primario de estas vacunas está siendo coordinado por un militar de alto rango, debido a que la Interpol advirtió acerca de grupos criminales internacionales que están detrás de este novel medicamento.

La de Pfizer, que irá enviando poco a poco lotes de su vacuna, requiere mantenerse congelada a una temperatura por debajo de los -70 grados centígrados. Por lo cual, al principio solo se aplicará en las zonas urbanas, en hospitales y centros dotados de equipos especiales de refrigeración. Se espera la pronta autorización de la segunda vacuna, de Moderna, que requiere ser congelada en alrededor de -30C; el gobierno federal de Canadá ya envió aviones militares a las zonas remotas, principalmente indígenas, para proveerlos de equipos de refrigeración.

Los primeros vacunados son el personal de salud, empleados de los centros geriátricos (donde se ha presentado el mayor número de decesos) y los ancianos.  Se calcula que para septiembre de 2021 estaría vacunada la mayoría de la población del país, considerando la limitada disponibilidad del producto y la amplitud del territorio. En Canadá, donde no hay mucha resistencia a la vacunación, se habla del programa de inmunización más grande en la historia y el comienzo del fin de la pandemia.

Sin embargo, han surgido cuestionamientos… Algunas organizaciones humanistas han criticado a Canadá y a otros países desarrollados por haber acaparado la mayoría de las vacunas contra el coronavirus. Se calcula que las naciones ricas con el 14% de la población mundial compraron ya el 50% de las vacunas disponibles en el mundo. Trudeau dijo al respecto que su deber como mandatario era asegurar que los canadienses recibieran la vacuna con oportunidad y en número suficiente para inocular a toda la población. Hacerlo así aseguraría un más rápido regreso a la normalidad y a la reactivación económica. Una vez cubiertas las necesidades locales, “trataremos de apoyar a otras naciones que lo requieran”, aclaró Trudeau.

En rueda de prensa, le preguntaron si algún corporativo canadiense decidía acercarse directamente a los laboratorios para comprar vacunas para dar prioridad a sus empleados (en aras de evitar interrupciones a sus actividades productivas); Trudeau respondió que en Canadá se vacunará primero a los grupos más vulnerables… en adelante, podría abrir la puerta a la opción de compras privadas. Por lo pronto, el gobierno urgió a la población a estar vigilante de fraudes de venta en línea de vacunas falsas.

En México, como en casi todo el planeta, sigue habiendo intensas campañas de desinformación, primero acerca del Covid y ahora contra la vacuna. Pasaron de decir que era una mentira del gobierno, o de sus enemigos (según el bando), ahora dicen que los países poderosos crearon esa vacuna para inyectar en la gente una especie de chip (no creo que una tecnología así siquiera exista) para controlar a la humanidad. Otros afirman que la vacuna causará alteraciones al DNA de la gente que la reciba. Hay quien asegura que todo se trata de un gigantesco fraude que involucra a gobiernos y farmacéuticas, ya sea para enriquecerse o para eliminar el exceso de población que hay en el planeta.

Es tan amplio el espectro de versiones que surgen alrededor de las vacunas contra el coronavirus, que es difícil ver la realidad. Se supone que todos los laboratorios se han apegado a estrictos controles y pruebas científicas. De 13 laboratorios que están desarrollando una vacuna contra el coronavirus en el planeta, solo tres (Moderna, Pfizer y Curevac) están utilizando la novedosa tecnología conocida como RNA, una especie de proteína que enseña al sistema inmune del cuerpo humano cómo luchar contra el coronavirus. El resto ha seguido los procedimientos tradicionales para hacer vacunas, usando virus muerto o desactivado.

Una de las primeras en ponerse en uso a nivel masivo fue la vacuna rusa, Sputnik, que los medios informativos occidentales han desacreditado. Astra-Zeneca, por el contrario, fue el primero en anunciar al mundo que su vacuna era casi 95% efectiva, para después autocorregirse y decir que hubo un error en los reportes, y que su eficacia real era de 70%. A los pocos días, ese laboratorio anunció que ha iniciado pruebas de campo usando su vacuna y la Sputnik, “porque al parecer su uso combinado da una eficacia de más de 90%”. 

Haciendo alarde de su ineficiente sistema burocrático (e ignorando la gravedad de la emergencia sanitaria), el gobierno mexicano dijo que la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) dio la autorización a la vacuna de Pfizer y BioNTech el pasado 11 de diciembre, y que “se ha venido trabajando en el proceso de importación, el Sistema de Administración Tributaria (SAT), la Dirección General de Aduanas, la Secretaría de Relaciones Exteriores, la Oficialía Mayor de Hacienda, y varias oficinas de la Secretaría de Salud… ¡se preparan para emitir la orden de adquisición!”.

El primer lote que México compró a Pfizer es de 250 mil dosis (son 2 aplicaciones por persona); o sea que, si toda la burocracia se procesa a tiempo, por ahí de febrero empezarían a vacunarse 125 mil mexicanos. Claro sin contar a los “suertudos” que participarán como conejillos de indias de las otras vacunas no aprobadas oficialmente. Marcelo Ebrard informó, que siete laboratorios internacionales querían hacer pruebas de sus vacunas en México, entre ellos la nueva versión de Astra-Zeneca con la Sputnik, y algunos laboratorios chinos.

Al inicio global de la vacunación contra el Covid 19 en la Gran Bretaña, notaron que afectaba a ciertas personas con alergias severas y de inmediato se recomendó no aplicarla a tal sector de la población. Semanas atrás, en Dinamarca se ordenó sacrificar a todos los visones en sus granjas, debido a múltiples casos de contagio de humano-animal-humano, que estaría provocando mutaciones en el coronavirus y poniendo en riesgo la vacunación en toda Europa; asumiendo que las nuevas vacunas solo protegen de ciertas cepas. Hace pocos días, Inglaterra reforzó su confinamiento en vista de una nueva cepa detectada en una región de aquel país.

En conclusión, la comunidad científica está haciendo un esfuerzo monumental para encontrar un remedio a la pandemia, que sigue matando a miles y miles de personas diariamente. Pero es innegable que existen intereses económicos y políticos, y se requieren pruebas más extensivas. La inmunización será muy lenta y muy desigual; como siempre, las naciones ricas irán por delante y los países menos favorecidos tendrán que esperar quizá años. En el caso de México, ojalá no ocurra con esta vacuna lo mismo que pasó con las medicinas para el cáncer.

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