Desde la otra fronteraMirador

Velando armas electorales

No fue suficiente que Justin Trudeau haya sacado al país adelante de la pandemia que sigue azotando a muchas naciones, el Parlamento ha sido temporalmente suspendido y podría convocarse a elecciones en menos de 2 meses para ver si el pueblo canadiense aún confía en su Primer Ministro. La razón es que en medio de la pandemia se descubrió un potencial desvío de fondos a un grupo de beneficencia relacionado con la familia Trudeau.

La oposición presionó por la salida del Ministro de Finanzas, Bill Morneau -también vinculado a dicha beneficencia-, quien fue reemplazado por Christya Freeland (vice primer ministra y pieza clave en la renegociación del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica). En caso de que el Parlamento retire su voto de confianza a Justin Trudeau en septiembre, se disolvería el gobierno actual y se convocaría a elecciones en 30 días (aquí las campañas políticas son cortísimas). 

El rumor es que, de irnos a elecciones, eventualmente Chrystia podría ser la sucesora de Trudeau como líder del Partido Liberal y declarada Primer Ministro de Canadá. El Partido Conservador, principal opositor, acaba de nombrar a su nuevo líder: Erin O’Toole, un político y ex militar poco conocido.

Antes de continuar… ¿cómo funciona el sistema de gobierno en Canadá? Somos una democracia parlamentaria, no hay un término fijo para el gobierno del primer ministro, aunque están programadas elecciones cada 4 años; si la gente vota de nuevo por el gobernante, puede continuar en su puesto, pero si antes de esa fecha el parlamento no está de acuerdo con su desempeño o su plan de gobierno puede disolverlo y convocar a elecciones. Las campañas políticas las paga cada partido y usualmente duran pocas semanas. 

Existen cinco partidos a nivel federal: Liberal (en el poder), Conservador, Neo Democrático, Bloque de Quebec y el Partido Verde. Al momento de votar en elecciones federales, uno elige a su representante parlamentario (MP) y si ese partido gana la mayoría en el Parlamento, su líder es nombrado Primer Ministro de Canadá. En algunas regiones los Neo-demócratas son oposición oficial y en Quebec, el Partido Quebequense es muy fuerte.

¿Cuál es la situación en este momento? Justin Trudeau -quien lleva 5 años en el poder- está enfrentando su tercer escándalo político. El más reciente es sobre un presunto desvío de fondos que finalmente no sucedió. Durante la pandemia, se crearon diversos programas para apoyar a familias y negocios, uno de ellos por casi 1 mil millones de dólares canadienses para crear empleos temporales de verano para jóvenes. El programa fue concesionado a un grupo de jóvenes emprendedores llamado WE (Nosotros), en el que han participado como expositores el mismo Primer Ministro, su esposa Sophie, su hermano Alexandre y su mamá Margaret (reconocida expositora motivacional).

Esta es la cosa, WE ganaría 43 millones de dólares por administrar dicho programa, que ante este escándalo sencillamente se suspendió. Sin embargo, el grupo ya había pagado a los Trudeau (y a los Morneau) alrededor de 500 mil dólares por sus participaciones en previos eventos. O sea, aun sin haberse concretado el presunto desvío de fondos, la intención de hacerlo y que el Primer Ministro y su familia hayan tenido participación (como expositores) con WE, fue suficiente para realizar una investigación criminal y ha dado armas a la oposición para presionar para disolver el gobierno.

Sin embargo, Justin Trudeau está aprovechando la coyuntura y su alto capital político por el extraordinario manejo de la pandemia para reforzar su gobierno. Se habla de una reestructuración radical de los servicios sociales, pues la pandemia puso en evidencia la alta vulnerabilidad de varios grupos. El PM esta tanteando las aguas para ver si lejos de salir del gobierno recupera la mayoría parlamentaria y -según sus palabras- prepara a Canadá para una recuperación sostenida de su economía tras los devastadores efectos del COVID19.

Yo veo aquí algunas cuestiones que sería bueno ponderar en México. La primera es que, ante una emergencia sanitaria grave, se dejan atrás las luchas políticas y todos se ponen la camiseta; luego se agarran a guamazos. A diferencia de México, e incluso de los Estados Unidos, si un gobernante no funciona, el parlamento tiene el poder de disolverlo y convocar a elecciones (que no financia el gobierno, sino cada partido y sus simpatizantes). 

La palabra reelección es un tabú histórico en México, después de los casos de Porfirio Diaz y Antonio López de Santa Ana, pero en otras democracias es la mejor forma de presionar a un gobernante: si funcionas, sigues en el poder, si haces tranza, te vas.

¿Qué tanto es tantito? México está sumido en una profunda crisis sanitaria: tercer lugar mundial en el número de muertos (y eso en su versión oficial, hay versiones que hablan de más de 250 mil), y de personas contagiadas ni decirlo, nadie sabe la cifra pues la política de los López es no hacer pruebas. Y el gobierno echa a funcionar la cajita china: salen videos denunciando a media clase política de recibir dinero mal habido; incluso el hermano del presidente. Andrés Manuel sale y dice que eso no se compara con otros casos, porque era mucho más dinero…

Y ese es el meollo del asunto, ¿qué tanto los mexicanos han flexibilizado su tolerancia ante la corrupción, el crimen y la total falta de ética? ¿Qué va a pasar con esos políticos, incluso expresidentes, expuestos por los videos, en caso de comprobarse su culpabilidad? ¿Quién tiene la autoridad para hacerlos rendir cuentas? 

Como puede verse, en Canadá también hay corrupción, por supuesto, pero como debe ser en un Estado de Derecho, esos casos se investigan -todos por igual ante la ley- y si hay crimen, debe haber castigo.

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