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PEREGRINOS, ESTRELLAS Y BILLETES

Hace un par de días volví de un largo viaje a Medio Oriente. Fue una experiencia muy interesante, no solo por el valor religioso, sino por ver de primera mano la realidad que se vive en Israel y Jordania.

Dos días después de aterrizar en Tel Aviv nos dirigimos hacia el norte del país, la región de Galilea, cerca de la frontera con Siria. Esa noche vimos en las noticias que Israel había asesinado a un importante líder palestino en Gaza, lo cual provocó un renovado conflicto entre ambas naciones. Gaza lanzó 400 misiles contra territorio israelita, pero el llamado “escudo de hierro” de Israel evitó daños mayores, salvo un par de explosiones cerca de zonas urbanas; el objetivo era Tel Aviv.

El poder militar (y económico) de Israel es muy superior al de Gaza, y en respuesta a esos misiles, se lanzó una serie de ataques a áreas civiles palestinas, que los medios árabes mostraron como altamente destructivos, con decenas de heridos y muertos.

Los guías turísticos jamás mencionaron nada, en las calles se veía la gente siguiendo con sus vidas normales, es más me llamó la atención que en Israel no hay puestos de periódicos. En Jerusalén, cerca del Sabbath, sí se veían en las calles muchos soldados (hombres y mujeres muy jóvenes) cargando rifles de alto calibre. La guía nos explicó que los jóvenes soldados vienen de distintos puntos del país a pasar el fin de semana con sus familias.

Entre los guías no se ponen de acuerdo, uno dijo que Tel Aviv era la capital de Israel, otra nos explicó que desde que Estados Unidos cambó su embajada a Jerusalén, ésa era ahora la nueva capital. Por no mencionar, que en estos momentos el país no tiene un Primer Ministro, pues Benjamín Netanyahu no ganó la mayoría necesaria y esperan tener nuevamente elecciones pronto.

La región siempre ha vivido en conflicto. Solo para cruzar hacia el Mar Muerto o entrar a Belén, se tiene que pasar un cruce de seguridad para entrar a la zona de Cisjordania, donde pudimos ver el famoso muro del que Donald Trump (según los cartones políticos) prometió construir otro igual entre México y los Estados Unidos.

Es impresionante recorrer esas regiones con pueblos cuyos nombres hemos leído toda la vida en la Biblia, pisar las tierras que recorrió Jesús (hasta existe una iglesia en el lugar del Buen Samaritano); se puede navegar en un bote igual al de Pedro y comer el mismo pescado que ellos comían desde hace 2000 años. Recorrer la vieja ciudad de Jerusalén, ahora convertida literalmente en un enorme mercado; la Vía Dolorosa es un estrecho camino flanqueado de puestos de recuerditos, comida y ropa, sorteando motocicletas cargando mercancía y hasta carros.

Uno puede ser bautizado en el Río Jordán… Curiosamente, Israel tiene un sitio turístico a orillas del río, pero el Vaticano reconoce como el real lugar del bautizo de Jesús en el Rio Jordán, pero del lado de Jordania, un lugar no muy promovido por la enorme industria turística de la región.

Algunos restaurantes de los hoteles parecen comedores para damnificados, donde llegan cientos y cientos de peregrinos de todos los rincones del mundo. A mi me pareció que pocos de los visitantes hablaban inglés, hay mucha gente de habla hispana, portuguesa y francesa. Los locales hablan poco inglés, y claro todos los letreros en Israel están escritos en hebrero y árabe, cuyos alfabetos son totalmente diferentes al nuestro; algunos incluyen inglés.

Y a pesar de ser un lugar tan altamente turístico, existe bastante descoordinación de parte de algunos operadores turísticos. Nuestra guía era judía autoproclamada mexicana, con un español malito y que además hablaba en un tono burlón de las creencias cristianas. Ella nos llevó a comer a restaurantes donde ella abiertamente cobraba su porcentaje por cabeza. Y nos llevo a comprar a una tienda muy cara, algunas personas del tour compraron joyas de oro y diamantes.

Un momento muy desagradable fue el cruce a Jordania. Al llegar al puente fronterizo, bajamos del autobús, pagamos por salir de Israel 35 dólares americanos, luego 2 dólares a un camioncito para ir a la entrada de Jordania.

Del otro lado, nos esperaba el nuevo guía, quien nos dijo que no podíamos internar al país ningún objeto con símbolos del Estado de Israel: menoras, estrellas de David, ni banderas, pues podrían hasta encarcelarnos… Todos abrimos maletas y sacamos todos los souvenirs para dárselos al chofer. Los guías que nos recibieron al regreso a Israel nos dijeron: esa ley no es real, o rara vez se aplica ¡básicamente el otro guía nos había robado!

El otro trago amargo ocurrió al final del tour en Israel, en el “gran finale”, la visita al Sagrado Sepulcro en la vieja ciudad de Jerusalén. La guía nos dejó a las puertas de la enorme iglesia y dijo, ahí saben ustedes si se forman por 4 o 5 horas… A la entrada vimos desfilar -como en plena Edad Media-, a un grupo de autoridades cristiano-ortodoxas entrar en medio de sonido de tambores y gente de seguridad abriendo paso entre las masas. Adentro todo era un caos, oscuro, lleno de gente.

Nosotros nos formamos por dos horas, hicimos amistad con un grupo de filipinas (fanáticas de Margarita Gralia y Elena Rojo), de pronto oímos gritos y un hombre empezó a aventar violentamente a toda la gente… era la policía, sacando a parte de la multitud por que se les había desbordado el cupo. Después supimos que en la cripta están prohibidas las fotos… claro, salvo para los amigos de los guardias, yo vi a uno meterse a sacar las fotos para otro turista amigo de él.

Pues un poco choqueados y descorazonados salimos hacia el mercadito y luego volvimos a nuestro hotel en tren ligero.

Muchas cosas no cambian nunca, la explotación de la fe, el abuso de las autoridades religiosas, el odio entre algunos judíos y palestinos. Aun así, fue una experiencia muy interesante, llena de bellos recuerdos. Israel tiene un gran tesoro cultural y es una joven nación con avances tecnológicos muy importantes y capaz de hacer florecer el desierto.

Un ejemplo a seguir es lo que están haciendo en Jerusalén, cuyo ecosistema natural es boscoso, combinado con áreas semidesérticas; existe un programa de intensa reforestación, en el cual colaboran todos los ciudadanos. Cuando hay una boda o bautizo, mucha gente pide en vez de regalos colaborar con ese fondo para seguir plantando árboles.

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