Aunque usted no lo pueda -o no lo quiera- creer, el lunes pasado el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, incurrió nuevamente en la grave irresponsabilidad -que se está volviendo costumbre- de fomentar que un puñado de personas “decidan”, a mano alzada, qué sí y qué no se debe de hacer.
Específicamente nos referimos al caso del sistema de metrobús interestatal que conectaría municipios de Coahuila y Durango -en la zona de La Laguna- y que desde hace cinco años estaba en construcción.
Nadie sabe en qué pensaba López Obrador, pero en un acto público que encabezó en Gómez Palacio, Durango, solicitó a los asistentes -no más de tres mil personas- que votaran si querían que siguiera o no la construcción de dicho sistema de transporte.
La mayoría de los concurrentes votó que se suspendiera y se suspendió.
Incluso, minutos después de esto, Banobras canceló los 130 millones de pesos que se tenían programados para continuar el metrobús.
¿Cómo podrían reaccionar gobernadores de ambas entidades y los alcaldes de los municipios involucrados? ¿Cómo reaccionar siendo habitante de la zona luego de saber que la obra más demandada en la región, simplemente fue suspendida por decisión presidencial “escondida” entre un grupo de no más de tres mil personas?
Hay, todavía, quienes se atreven a decir que lo importante es que López Obrador es el primer presidente que realmente consulta a la ciudadanía, lo que suena más falso que un billete de 3 pesos.
Consultar a la ciudadanía sobre esa obra implicaba, por lo menos, convocar a la población afectada –alrededor de un millón 369 mil habitantes de La Laguna- y no reducir a tres mil esta determinación.
Por eso es que este ejercicio lo calificamos de “democracia”; así, entre comillas, porque es solo un juego que, de seguirse practicando, causará más efectos negativos que positivos al país.
Pero hay de democracias a democracias. Vale la pena destacar un ejemplo de lo que hoy se denomina democracia participativa.
El domingo 9 de junio, vecinos de la colonia Lomas de El Marqués en esta ciudad de Querétaro, acudieron a las urnas para determinar, en votación universal, directa y secreta, qué obra urbana preferían que ejecutara el municipio.
En dicho ejercicio, los vecinos eligieron entre la construcción de un Centro de Desarrollo Comunitario o la repavimentación de la Avenida Paseo de la Reforma, ambas con una inversión de 10 millones de pesos y ambas, también, fueron propuestas por los propios ciudadanos tras las reuniones que sostuvieron con las autoridades.
Por eso decimos que hay de “democracias” a democracias; una, que es un vil engaño para hacer lo que al mandatario le viene en gana; la otra, un ejercicio que fortalece a la ciudadanía queretana.