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El tren de nunca acabar o la cuarta es la vencida

*Impulsa AMLO proyecto originalmente pensado por Salinas

El anuncio del Gobierno federal, en el sentido de que el proyecto del Tren Rápido que conectaría a la Ciudad de México con la capital queretana había sido retomado, obliga a recordar que esta idea tiene al menos 30 años sin que haya sido posible su concreción.

De 1990 a la fecha, los mexicanos han visto al menos 4 proyectos, con diferentes nombres. pero el mismo objetivo: construir un tren de alta velocidad entre estas dos ciudades.

Tren bala, Tren Rápido y Tren de Alta Velocidad, fueron las primeras 3 denominaciones que tuvo el mismo proyecto y que, desafortunadamente, no han pasado de ahí.

Ahora, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, ha iniciado los estudios para retomar la idea, casualmente, una idea que originalmente surge en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, en 1990.

El lunes 5 de octubre el presidente López Obrador y representantes del sector privado mexicano firmaron un convenio de colaboración que incluyó siete proyectos que están ya en ejecución, por 38 mil millones de pesos, además de 32 proyectos adicionales por 259 mil millones de pesos, entre ellos, el del Tren México – Querétaro por 51 mil 300 millones de pesos y cuya obra está programada para iniciar en junio de 2021.

La noticia fue bien recibida por el gobierno de Querétaro, en particular por su titular, Francisco Domínguez, quien, de inmediato ofreció su aval al proyecto de rescatar el proyecto del tren que conectaría a la capital del País con la capital queretana.

“Yo festejo que en este momento le pongan número, de 51 mil 300 millones de pesos aunado a esa parte que se comentó de que desde la administración pasada se habían comprado derechos de vía y ya estaremos muy pendientes si va a ser como preveo, con empresarios, una obra que será, no sé si publica privada o solamente privada”, dijo Domínguez luego de conocer el anuncio.

Sin embargo, esta no es la segunda, ni la tercera ocasión en la que el gobierno federal busca desarrollar un proyecto.

La prehistoria salinista

En los últimos 30 años ha habido al menos tres intentos previos; el primero en los años 90, impulsado por el gobierno que encabezó Carlos Salinas de Gortari.

A lo largo de la ruta que conecta a Querétaro con San Miguel de Allende, Guanajuato, todavía es posible observar al menos 10 puentes vehiculares y peatonales inconclusos, y en completo abandono, que son muestra del fracaso del proyecto por conectar al extinto Distrito Federal con el Bajío a través de un tren rápido.

Durante el Gobierno de José López Portillo fueron adquiridas 40 locomotoras valuadas en 500 millones de dólares con la intención de instalar una ruta entre la Ciudad de México y Querétaro. Fue el primer intento y fracasó, según algunos de los involucrados, por actos de corrupción y una mala planeación, además de que, en ese entonces, México no contaba con vías ferroviarias electrificadas y la ruta nunca se materializó más allá de un proyecto.

Luego, en 1990, el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari quiso aprovechar esas compras e inauguró las obras del tren eléctrico, lo acompañaban funcionarios públicos, empresarios de renombre.

En ese entonces se proyectó llevar el tren más allá de Querétaro, en principio hasta Irapuato, Guanajuato y, luego, hasta Guadalajara, pero todo se quedó en proyectos.

Los transformadores con los que funcionaban aquellas locomotoras, hoy, 30 años después, están almacenados en una bodega de la SCT en la comunidad de El Ahorcado en Querétaro.

Nueva intentona foxista

En 2003, el expresidente, Vicente Fox, quiso revivir el proyecto salinista y anunció la construcción de un ‘Tren Bala’ entre México y Guadalajara y que pasaría por Querétaro y Guanajuato, cuya inversión sería, según se anunció en su momento, de 5 mil millones de dólares, sólo en su primera etapa.

Para encabezar el proyecto, Fox Quesada nombró a su correligionario y exgobernador de Querétaro, Ignacio Loyola Vera.

El tren, viajaría, según se dio a conocer, de la Ciudad de México hasta Guadalajara, Jalisco, pasando por los estados de Querétaro y Guanajuato, a una velocidad de 250 kilómetros por hora.

Pero el proyecto no duró ni la víspera, pues terminó por ser cancelado con apenas la conclusión de los estudios preliminares.

Luego llegó el sexenio peñista y el 1 de diciembre de 2012 fue anunciado por el presidente de México, Enrique Peña Nieto, junto con otros proyectos de infraestructura ferroviaria, era uno de sus grandes proyectos para arrancar su mandato.

Hubo polémica, todos los actores políticos de relevancia se pronunciaron, muchos a favor, muchos en contra, pero finalmente, el 2 de febrero de 2015, se anunció que el proyecto del Tren de Alta Velocidad (TAV) México Querétaro había sido suspendido indefinidamente.

El argumento oficial para la cancelación fue que la crisis mundial y los recortes presupuestarios derivados de ella, obligaban a que el proyecto en el que se invertirían 40 mil 767.54 millones de pesos quedaba en un sueño guajiro.

El TAV es quizás la obra de mayor envergadura anunciada por autoridades federales para el Estado que quedó en un sueño, provocó una crisis política y terminó por afectar a cientos de ejidatarios y pequeños propietarios que se vieron obligados a vender parte de sus tierras para la realización del proyecto.

“La obra consiste en la construcción de una línea de tren de alta velocidad de doble vía con una longitud aproximada de 210 kilómetros, dos terminales (Querétaro y Buenavista) y tres talleres de mantenimiento”, informó el Gobierno de Enrique Peña Nieto en su Plan Nacional de Desarrollo.

El proyecto de principio consideraba compartir el derecho de vía con el tren suburbano del Valle de México entre las estaciones Buenavista y Cuautitlán; y con el derecho de vía de las vías Juárez y Morelos que están concesionadas a Kansas City Southern de México.

Y según las proyecciones de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) su operación retiraría de circulación 18 mil vehículos al día de la autopista México Querétaro.

Ahora, el gobierno federal busca revivir un proyecto salinista, con la participación, vía la concesión, del sector privado y para ello, hay, según reveló Francisco Domínguez, al menos dos proyectos ejecutivos que deberán ser actualizados.

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