Subterráneo

A un año del feminicidio de Jessica en Morelia, agresor sin castigo

Este 21 de septiembre se cumplió un año de la desaparición de la joven Jessica González Villaseñor, quien murió a consecuencia de 31 golpes que le propinó su agresor, el presunto victimario Diego Urik M., un junior moreliano, se encuentra detenido, pero hasta el momento las autoridades encargadas de impartir justicia, no han dictado condena.

Familiares, amigos y conocidos de la víctima se manifestaron este martes en el primer cuadro de la ciudad, para exigir a las autoridades eliminen la opacidad y lentitud y den marcha al proceso jurídico y fijen una sanción ejemplar el joven proveniente de familia pudiente ha logrado escabullirse de la justicia, con todo un equipo de abogados especialistas en la materia, que han tramitado un sinnúmero de amparos a su favor.

La joven de 21 años de edad, terminó la carrera de educadora, había empezado a ejercer unos meses antes de su cruel homicidio, proveniente de una familia de clase media muy trabajadora con un negocio de pollos rostizados al sur de la ciudad.

Hace algunos años, Jessica conoció a Diego Urik M., en un toquín, los embrujos del amor juvenil atraparon a la joven y empezaron a frecuentarse.

Amigas cercanas de la educadora, narraron que nunca tuvo un noviazgo formal con Diego Urik, sin embargo, con él tuvo su primera relación íntima, cegada por el amor y en espera de que pudiera consolidarse su situación con el muchacho.

Diego Urik por su parte, proviene de una familia altamente adinerada, estudiaba en la institución académica más costosa en Michoacán, pertenecía al equipo de fútbol americano de la escuela “Los Borregos Salvajes” y radicaba en uno fraccionamiento exclusivo de la ciudad.

La familia de Jessica siempre se opuso a su relación con Diego Urik., “no me da buena espina”, manifestaba Verónica Villaseñor madre de la víctima.

Sin embargo, la joven siguió saliendo con el joven pese a los maltratos que recibía de su parte, -tú no eres más que mi puta-, una vez le gritó Diego a Jessica, narran sus amigas.

El fatídico 21 de septiembre, la maestra se quedó de ver a escondidas de su familia con Diego, refirió que se encontraría con su amiga Renata.

Diego Urik la recogió en su vehículo marca Polo, la joven contenta ingresó al automotor sin saber que sería la última vez que vería a sus padres y volvería a su casa.

Pasaron las horas y Jessica que nunca dejaba de comunicarse con su familia o dejaba de llegar a dormir, esa noche no volvió, su hermano Cristo, inmediatamente empezó a movilizarse a través de las redes sociales, pidiendo ayuda a la población en general para dar con el paradero de la educadora.

Ante la violencia que vive Michoacán, miles de ciudadanos empezaron su búsqueda, pero fue cuatro días después que encontraron su cuerpo semidesnudo en las inmediaciones del exclusivo fraccionamiento residencial.

Amigos de Diego Urik declararon que, tras haberla asesinado, puso el cuerpo de la joven en su cajuela y después se fue a un restaurante a cenar tacos y tomar cerveza con varios de sus “compas” a quienes les pidió apoyo para deshacerse del cadáver, -yo no te voy a ayudar con tus pendejadas-, espetó uno de ellos.

Los amigos del joven agresor supieron del feminicidio, no lo ayudaron a deshacerse del cuerpo, pero tampoco revelaron la información, pese a los intentos desesperados de cuatro días de la familia por encontrar con vida a Jessica.

Tras el revuelo social, Diego de 18 años, decidió huir y refugiarse en un hotel a la orilla de la playa en Jalisco, con la intención de evadir a la justicia, finalmente decidió entregarse, luego de que se dieran a conocer videograbaciones del autolavado donde llevó el vehículo para quitar la sangre y todo tipo de huellas y evidencia del crimen.

A diferencia de otras mujeres que han quedado en el olvido social y jurídico, desde el día de la desaparición de Jessica, su familia no ha dejado de manifestarse, por lo menos dos veces al mes hacen acto de presencia en lugares públicos y a diario en la Fiscalía General del Estado (FGE).

Desde las tradicionales marchas con consignas, hasta enormes mantas colocadas en distintos puntos de la ciudad, así como la colocación de cientos de zapatos femeninos teñidos de rojo para simular la sangre y colocados en el corazón de la ciudad, con perifoneo y otras actividades pacificas, la familia de Jessica le sigue demostrando su amor día a día.

Según los reportes forenses, Jessica no tuvo una muerte instantánea, fue lenta, fueron 31 golpes los que acabaron con su vida, tenía semen en su zona vaginal, sus partes íntimas fueron expuestas al momento de aventar su cadáver.

Diego fue detenido, actualmente se encuentra en reclusión, buscando amparo tras amparo, refugiado en el poder económico y un gran equipo de juristas que han intentando quitar el agravante de “feminicidio”, bajo el argumento de que ya habían tenido relaciones sexuales previas y consentidas.

Han recurrido al Poder Judicial de la Federación, para intentar recuperar su libertad y el junior moreliano pueda volver a su vida normal, mientras que la familia de Jessica tiene un año de luto, con escasos recursos, pero una fuerza incansable de buscar una sanción ejemplar para el adinerado feminicida.

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