La diócesis de Querétaro recibió la entrega del nombramiento de la Peregrinación de Querétaro al Tepeyac como Patrimonio Cultural Inmaterial del Estado, de manos de la secretaria de Cultura del estado, Paulina Aguado Romero, luego de que el gobernador Francisco Domínguez Servién autorizó este decreto con su publicación en el periódico oficial «La Sombra de Arteaga» en mayo pasado.
En el Santuario de La Congregación de Nuestra Señora de Guadalupe, se reconocieron los 132 años de la peregrinación a pie de Querétaro a la Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México y su importancia frente a la integración y la participación de todos los ciudadanos, que garantiza la cohesión social, la vitalidad de la sociedad civil y la paz.
Aguado Romero dijo que la declaratoria es resultado de las costumbres de la comunidad queretana y se ha convertido en un símbolo de unificación, identidad, solidaridad y de organización socio-familiar.
En 1659 el bachiller Lucas Guerrero Rodea, presbítero vecino de la ciudad de Santiago de Querétaro, trajo una imagen de la virgen y la colocó en el Hospital de Nuestra Señora. Posteriormente se fundó la venerable Congregación Eclesiástica de María Santísima de Guadalupe y con el apoyo del benefactor de Querétaro, Don Juan Caballero y Osio, se construyó el Santuario a la Virgen Santa María de Guadalupe en 1680 conocido como Santuario de la Congregación.
El tercer obispo de la Diócesis de Querétaro, Rafael Sabás Camacho, sabedor del inmenso amor de los queretanos a la Virgen Santa María de Guadalupe, inició la peregrinación en 1886 con un camino de preparación y sacrificio.
Dicha manifestación se realiza desde hace 132 años y solo fue interrumpida de 1914 a 1916, así como en 1928 y 1929. Durante los últimos dos años se ha realizado de manera virtual.
Es así que este año 2021 la Asociación de Peregrinos cumple 131 años realizándola; la Asociación de Peregrinas 62 años y la Asociación de Peregrinos Ciclistas 39 años.
El recorrido es de aproximadamente 550 kilómetros desde la comunidad de Neblinas, en Landa de Matamoros, y de 220 kilómetros desde la capital queretana hasta la Basílica en la Ciudad de México.
Al tratarse de una celebración religiosa realizada por el pueblo queretano en su origen, trascendió a otros espacios con asentamientos otomíes en los vecinos estados, creando vínculos culturales de reconocimiento, preservación y defensa de la riqueza de sus costumbres y tradiciones.