El pasado domingo 15 de agosto, el Primer Ministro de Canadá acudió a la residencia de la Gobernadora General de Canadá para solicitar la disolución del Parlamento, desencadenando un proceso electoral que culminará el 20 de septiembre; los partidos tienen poco más de 30 días para hacer campaña. Trudeau, confiado en el favor popular ante el -finalmente- buen manejo de la pandemia, que lo colocaba al frente de las preferencias electorales – según encuestas-, está apostando a hacerse de una mayoría en el Parlamento.
A los ojos de otros sistemas políticos, es un sueño guajiro como opera la política canadiense, si el gobernante no esta haciendo un buen papel, y hay votos suficientes en el Parlamento, se puede convocar a un voto de confianza y disolver el gobierno para elegir un nuevo mandatario. De igual modo, el Primer Ministro tiene la opción, si lo considera oportuno, solicitar a la figura simbólica de cabeza del Estado – la Gobernadora General (recién electa por él)- la disolución del cuerpo legislativo y desenlazar una nueva elección.
¿Se imaginan que el Congreso de México pudiera declarar incompetente al Presidente de la
Republica, o incluso a nivel estatal, y convocara a elecciones para reemplazarlo? ¿Claro que, la otra opción, es lo que pasaría si el mandatario decidiera disolver el poder legislativo? Casos parecidos se han visto en Venezuela y en El Salvador, pero han generado severas crisis sociales. Sin mencionar el reciente caso de
Cuba, donde al parecer el pueblo ha salido a las calles exigiendo un cambio democrático. O el triste caso de Afganistán, donde por 20 años los americanos, los canadienses y otras potencias trataron de instaurar un sistema democrático, pero el momento que las tropas salen del país, las oscuras fuerzas del Talibán toman el poder generando tremendo caos.
No sé que tan histórica sea la cita, pero en una serie colombiana sobre la vida de Simón Bolívar alguien le preguntó al Libertador porque si primero había luchado por liberar a tantos pueblos del yugo español y promover el establecimiento de gobiernos democráticos al estilo europeo, ahora se buscaba erigir en un emperador, y su respuesta fue que los pueblos americanos (del siglo XIX) habían vivido siempre en imperios, sin capacidad de decidir quién los debería gobernar, y que no estaban preparados para una democracia.
La democracia quizá no es la forma ideal de gobierno para todos los pueblos, pero es un sueño al que todas las naciones aspiran.
Volviendo al caso canadiense. Trudeau pareciera querer cosechar su buen manejo de la pandemia, aunque tuvo sus momentos flacos en la 3ª ola de principios de este año. El hecho es que al momento casi 74% de la población elegible (mayores de 12 años) ha recibido ya 2 dosis de la vacuna contra el Covid. Y aunque se habla de que hemos entrado a una 4ª ola de contagios, debido a la prevalencia de la variante Delta, con alrededor de 2 mil casos nuevos al día y cerca de 20 muertes al día, el sólido avance de la vacunación está manteniendo la crisis sanitaria bajo control.
México registra 28 mil nuevos casos promedio al día y casi 900 muertes diarias. Con un esquema poco claro para determinar la estrategia sanitaria correcta, unos lugares usan colores de semáforo, otros le llaman escenarios, la realidad es que ni el gobierno se empeña lo suficiente en imponer las medidas sanitarias y mucha gente sencillamente ignora las recomendaciones de salud, por necedad o por necesidad.
Me llama la atención todo el discurso mediático que se ha llevado a cabo con motivo del aniversario de la conquista de México por los españoles, un desgaste absurdo, cuando se dejan fuera de la atención de la opinión publica casos como el serio repunte de la pandemia, el agudo crecimiento de la delincuencia y la violencia en el país, los efectos económicos del confinamiento y la pandemia, la inseguridad, la corrupción, etc.
Los canadienses no ven con buenos ojos la política ni los políticos, por eso prefieren campañas electorales muy cortitas, en este caso alrededor de 30 días (poco tiempo para recorrer el segundo territorio nacional más grande del planeta) y a lo que te truje chencha.
La apuesta política del primer ministro es arriesgada, pues su deseo es reelegirse para un tercer mandato con una mayoría en el Parlamento que le permita pasar más fácilmente sus iniciativas, presupuestos y programas de gobierno. Sin embargo, en pocos días, las encuestas parecen mostrar una caída en las preferencias, dando paso al casi desconocido y gris líder del partido Conservador.
¿Contra quién va Trudeau? Justin Trudeau representa al partido Liberal, su más cercano opositor es el líder del partido Conservador, Erin O’toole, que fue soldado y lleva poco tiempo haciendo política, pero que goza simpatía de los grupos suburbanos. Jagmeet Singh, líder del partido Neo Democrático, es un abogado de ascendencia hindú, que ha sido activista social, ha crecido en popularidad en los últimos años. Annamie Paul, la recién nombrada líder del partido Verde (si aquí también lo hay, no conectado con el de México), recién tomó el poder, se distingue por ser la primera mujer negra y judía en convertirse en cabeza de un partido político en Canadá; pero ha estado a punto de dejar su partido por falta de apoyos económicos.
En días pasados se llevó a cabo una elección local en la provincia de Nueva Escocia, gobernada por el liberal Iain Rankin, a quien las encuestas mostraban muy fuerte, pero que terminó perdiendo las elecciones que dieron por ganador al líder del Partido Conservador, Tim Houston, quien -algo inesperado ideológicamente- presentó una plataforma de corte izquierdista prometiendo fortalecer el sistema de salud con más personal médico -obvia razón de peso al estar saliendo de una pandemia-.
No es que lo que pasó ahí se vaya a repetir a nivel federal, pero el hecho es que día con día la popularidad de Justin Trudeau va bajando, quizá para algunos votantes su trabajo al frente del país, con sus errores y aciertos, ha llegado a su final. La ambición política cuesta cara. Pudo seguir con 2 años más de su mandato, pero la apostó a ganar más asientos en el congreso, habrá que ver lo que el pueblo decide.
En este momento, los Liberales irían ganando – según las encuestas de opinión- con un 34%, los Conservadores están en 30%, el Partido Neo Democrático tiene casi un 20%, el Partido Quebecoa tiene un 6% y el Partido Verde 5%. El Parlamento tiene 338 asientos, se considera mayoría a aquel partido que gane 170. A diferencia de otras democracias, en elecciones federales la gente no vota por el candidato a primer ministro, uno vota por el representante local en el congreso federal, entonces el líder del partido que gana la mayoría es nombrado primer ministro.
La moneda está en el aire, vamos a ver si la catafixia de muchas vacunas por muchos votos vale la pena…