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¡Tu no entiendes mas que a golpes!

Tradicionalmente el significado de tan famosa frase atribuida a las madres de familia, ha traspasado conciencias en el subconsciente colectivo, a tal grado, que el solo hecho de escucharla, dicta automáticamente una conducta de respeto por el temor a ser reprendidos con la también famosa chancla de mamá.

¡Tu no entiendes mas que a golpes! hoy en día en términos de comunicación, se ha convertido en una herramienta coercitiva para todos aquellos “comunicadores” empeñados en recibir -de manera forzosa- algún favor o beneficio en especie o económico, de algún personaje importante del que dependa el poder de hacerlo efectivo, a cambio de no hablar mal de su trabajo o trayectoria.

En términos muy prácticos, hacer publicaciones en redes sociales, medios impresos, electrónicos, radio o televisión, criticando destructivamente o dañando moralmente el nombre de algún individuo, ahora es muy fácil para cualquier “comunicador” que quiera llamar la atención de alguien y que a cambio, pretenda alcanzar algún beneficio.

De ahí entonces que el nacimiento de los denominados pseudoperiodistas, ha proliferado de manera exponencial amparando su presunta actividad informativa, en el sagrado derecho a la libertad de expresión, y escudados en la ya también criticada ingobernabilidad de las redes sociales.

Y como en las redes sociales nada o casi nada está reglamentado, nuestros pseudos pueden hacer uso de una herramienta de comunicación que desde su concepción, definitivamente no fue creada para tal objetivo.

Analicemos entonces que hoy en día cualquier persona que tiene un teléfono inteligente y una cuenta de cualquier red social, puede autodenominarse como periodista, sin saber que para cumplir cabalmente con ese título, debe dominar la ejecución de todos los estilos informativos o por lo menos, saber que existen.

Dicho lo anterior -sin ser despectivo- ahora cualquier individuo puede acceder a esa gran responsabilidad de hacerse llamar periodista, impulsado siempre por la facilidad que da la tecnología y también por la facilidad con la que han cambiado los hábitos de consumo informativo.

Pero no a cualquiera puede llamársele periodista, para eso deben pasar muchos años, mucho trabajo, mucha dedicación, y sobre todo mucha conciencia sobre la responsabilidad de encumbrar o destruir a alguien, con el solo hecho de redactarlo.

Sin ser purista, por supuesto que el derecho a la libertad de expresión no es exclusivo de los periodistas, así que éste debe ejercerse sin obstáculos y con la importancia que amerita, aunque debo decirlo, no todos los individuos están capacitados para ejercerlo con responsabilidad, y esa es la diferencia entre un periodista y un pseudo.

Existen máximas o reglas no escritas en el mundo de los periodistas que todos traemos en la cabeza, y que a pesar de las inconveniencias de la labor diaria, respetamos y procuramos porque sin ellas definitivamente todo sería un caos.

En esta ocasión solo me voy a referir a las dos máximas que por lo menos en mi caso, son las que siempre marcan la pauta de lo que debemos ejercer responsablemente: “Mi verdad termina, donde la tuya empieza”, y la más sensible de todas, “perro no come perro”.

Traducción: Jamás se debe imponer la opinión personal contra la de alguien más, lo que habla del respeto a la opinión pública, y en el segundo caso, jamás un compañero agredirá a otro o buscará su detrimento en todos los sentidos; al buen entendedor, pocas palabras.

Así es como es como yo calificaría en mi muy humilde opinión este fenómeno informativo que ha crecido como la espuma, porque a mi muy particular punto de vista como escuché por ahí en dos dichos populares: “Hasta entre perros hay razas”, y “hasta la basura se separa”, por eso entonces ¡Hablemos de comunicación!

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