En la tragedia de Tlahuelipan falló la sociedad y falló el Estado Mexicano.
Falló el Gobierno Federal. En su afán por combatir el huachicol generó desabasto en la zona, llevando a los pobladores a una situación de extrema necesidad por el combustible.
Falló por no enviar más efectivos de seguridad para acordonar la zona y evitar el acceso de la población a una zona de alto riesgo. Una vez que la turba llegó al manantial de gasolina, poco se podría ya hacer para evitar el estallido.
Falló el Gobierno Estatal. En los videos de la tragedia, antes de la explosión no se aprecia presencia de la policía estatal para coadyuvar en la contención de la turba. Falló su protección civil.
Falló el gobierno municipal. Falló por las mismas ausencias que el gobierno estatal.
Fallaron los partidos de oposición. Al apresurar juicios y declarar culpables de la tragedia aún sin haberse llevado a cabo una investigación. Su intención resulta mezquina; su cálculo, político.
Falló el Estado Mexicano en su conjunto con su actuar histórico, plagado de insensibilidades, corrupciones e impunidad que han demeritado el aprecio ciudadano por las autoridades.
Falló la sociedad y fallaron los habitantes, al no ser los primeros interesados en protegerse. Al no atender el llamado de alejarse de la fuga cometieron una conducta suicida.
Ante el cúmulo de fallas, de ausencias y omisiones solo faltó una chispa que para que estallara la tragedia. En los meses por venir, solo faltará una chispa.
