Chicago, IL.- México cedió a la política antiinmigrante de Donald Trump. La amenaza de reventar con aranceles la economía mexicana logró el obscuro objetivo de convertir a México en policía de los Estados Unidos.
Los detalles del acuerdo incluyen el despliegue de miles de elementos de la nueva Guardia Nacional en la frontera con Guatemala, para frenar a las caravanas de migrantes centroamericanos que buscan llegar a suelo estadounidense.
Las normas de asilo también serán cambiadas para que los migrantes busquen refugio en el primer país extranjero que pisaron después de huir de su nación de origen. Es decir, los guatemaltecos que pidan asilo a Estados Unidos serán devueltos a México, al tiempo que los hondureños y salvadoreños serían regresados a Guatemala.
La enorme dependencia económica de México en su relación con los Estados Unidos -cortesía del neoliberalismo- lo tiene postrado ante los designios de su vecino del norte. Sin ninguna duda resulta cierta la consigna de que “cuando a Estados Unidos le da gripe, a México le da pulmonía”.
A Donald Trump le importa un bledo la estabilidad de Latinoamérica y el futuro de los mexicanos o centroamericanos. Además, las caravanas migrantes sirven a la retórica antiinmigrante que lo llevó al poder y que será fundamental para cualquier posibilidad de reelección.
Por lo que toca al gobierno de Andrés Manuel López Obrador, debemos recordarle que los Estados Unidos no tiene amigos, solamente tiene intereses y esa visión está siendo agravada por Donald Trump.
La dependencia mexicana de los Estados Unidos es un pesado lastre; la diversificación hacia otros mercados es impostergable. Por lo pronto, México no puede negarse a ser el policía migratorio de Trump.