- México, no tuvo un líder en las negociaciones en Roma y no se tomó en cuenta la opinión del país más afectado por el cambio climático y el que más rápido se calienta.
Andrés Manuel López Obrador quiere aparentar que es opcional representar a México en cumbres con la de Roma del G20, pero está obligado a hacerlo.
Mientras en Roma se discutió el futuro del mundo, López se fue a La Chingada y desde ahí habló de temas tan importantes como el Día de Muertos.
El artículo 89 fracción X de la Constitución Mexicana dice que corresponde al presidente a: “Dirigir la política exterior y celebrar tratados internacionales”.
Era obligatorio representar a México en Roma, donde se acordó el futuro del planeta y donde se lograron pactos de cero emisiones a para 2050 y 2060.
En Roma, los verdaderos líderes mundiales, acordaron mantener el techo del calentamiento global en 1.5 grados y emprender acciones para afrontar el problema.
López no quiso ir, quizá, porque le hubieran criticado fuertemente su contrarreforma eléctrica y su refinería, dos planes para emitir más CO2 a la atmósfera.
México es vulnerable al calentamiento global, no solamente perdería costas sino también captación de agua, bosques, biodiversidad y tierras de cultivo.
En los últimos 60 años las temperaturas de verano en México han aumentado en promedio 0.85°C y las invernales 1.3°C, y se han perdido un tercio de los días fríos
Hay en este país casi tres mil especies animales y vegetales en riesgo de extinción, y pese a todo lo anterior, la política de la 4T en materia de medioambiente no existe.
López afirma que su programa Sembrando Vida, que funciona mal, es fuente de corrupción y que no ha logrado reforestar, es la Piedra Filosofal.
Pero la precipitación pluvial ha disminuido en la región sureste, la caja de agua del país, han aumentado las sequias y la fuerza y el número de ciclones tropicales.
López no estuvo en los acuerdos pero será presionado a cumplir, porque en México el 62 por ciento de las emisiones de CO2 se generan por el uso del petróleo.
Sus planes para frenar inversiones en energía limpia y generar más electricidad con carbón y combustóleo, aumentará fuertemente la emisión de CO2.
La estrategia lopista es de mitad del siglo XX, pues quiere aumentar el uso de combustibles fósiles para generar electricidad y mantiene artificialmente bajos los precios de la gasolina.
Para fomentar su imagen a costa del erario, López ha aumentado el estímulo al impuesto al litro de la gasolina regular desde 14 centavos por litro en febrero 12, a 4.22 pesos el 30 de octubre.
El erario deja de cobrar 4.22 pesos por litro de Magna 2.73 por litro de Premium y 3.33 por litro de Diésel, cientos de miles de millones que saldrán del terrorismo fiscal o de créditos.
México ya hacía mal el trabajo de mejorar el medio ambiente, muchos estados frenaron las verificaciones a automóviles, y desde 2014 apenas bajó un 5.7% la emisión de CO2 por habitante.
Sólo tres líderes de las 20 principales economías no asistieron: López Obrador, Vladimir Putin o Xi Jinping, pero estos dos se ligaron por Internet.
El macuspano envío a Marcelo Ebrard, pero a tres años de gobierno la única razón para no asistir a esas cumbres ya merece una explicación detallada.
El G20 no es un club social, es un foro de cooperación y en conjunto los 19 países y la UE representan dos tercios de la población y el 85% del producto bruto mundial.
Como Presidente, López tiene el deber de conducir la política internacional y es el único facultado para celebrar tratados internacionales, así como (…) formular declaraciones interpretativas sobre los mismo
En junio de 2019 rechazó asistir a la Cumbre G20 de Ozaka donde se acordó fomentar el crecimiento económico global y discutir mecanismos de cooperación económica.
Pero sí ha estado en cumbres digitales donde solamente repite la sandez de “pobre México tan lejos…”, o el cuento de que Mussolini heredó su nombre de Juárez.