«En un país gobernado por hombres perversos, el vicio y el crimen son recompensados, y la virtud perseguida». Frase pronunciada por Madero hace más de 100 años.
El 9 de febrero de 1913, un golpe de estado contra Francisco I. Madero terminaría en tragedia nacional, con magnicidio, después de alrededor de diez días de cruentos y constantes encuentros en la capital del país, a los cuales se les conoce como «DECENA TRÁGICA».
Hoy que conmemoramos aquellas fechas y hechos históricos (en que perdieran la vida Francisco I. Madero y José María Pino Suárez) es día oportuno para subrayar las TRAGEDIAS DEL PRESENTE, causa de inmenso sufrimiento y dolor para toda la nación.
TRAGEDIA que vemos en cientos de miles de seres humanos asesinados en diversas regiones del país, por una política de complicidad gubernamental con el crimen organizado, al optar por los «abrazos, no balazos», dejando a la población civil en estado de indefensión.
TRAGEDIA por la muerte de cientos de miles de mexicanos, derivadas de una errática y engañosa política sanitaria frente a la pandemia del COVID19. Una inmensa parte de esas muertes se pudieron haber evitado si el gobierno hubiera actuado con responsabilidad.
TRAGEDIA que se observa en el grave avance de los índices de pobreza, cuando el gobierno derrocha miles de millones de pesos en obras faraónicas y en programas populistas absurdos que sólo buscan ensalzar la raquítica figura del Presidente de la República.
TRAGEDIA vista en el sufrimiento y muerte de miles de niños mexicanos por falta de medicamentos para el combate del cáncer. Sea por omisión o por intención, ha sido una irresponsabilidad gubernamental que puede dar cabida a la calificación de crimen de lesa humanidad.
TRAGEDIA por la muerte de periodistas que hablan con la verdad.
TRAGEDIA que vemos en una permanente destrucción de nuestra economía, cuando el titular del Poder Ejecutivo no gobierna por estar dedicado a sus presentaciones mañaneras en las que divide a la sociedad con sus señalamientos, repartición de culpas y mofas a diestra y siniestra. Una trágica pérdida de tiempo para una nación urgida por mejorar su presente y futuro.
Sí, hoy conmemoramos aquella «DECENA TRÁGICA» en un país inmerso en una cotidianidad plagada de tragedias. No podemos remediar nuestro trágico pasado y presente, pero sí podemos y sí debemos construir hoy las bases para dar un nuevo rostro a la nación. Lo haremos (parafraseando a Manuel J. Clouthier) «CON EL GOBIERNO, SIN EL GOBIERNO O A PESAR DEL GOBIERNO».
Estoy convencido de que podemos cambiar esta «trágica normalidad» en la que pretende mantenernos el Presidente de la República. Nuestra democracia es la herramienta que nos hemos dado los mexicanos para garantizar que podemos cambiar de gobierno cuando éste no responde a las necesidades de la patria.
Ni decenas, ni sexenios trágicos.
Esta Cámara está llamada a no hacer el papel de Victoriano Huerta, nosotros representamos al pueblo de México, llegó la hora de dejar el engaño y hablar con la verdad.
Pongamos todos de nuestra parte para conseguirlo, para edificar un México que tenga como sus pilares las instituciones democráticas y no los caprichos de una sola persona.
Que nuevamente una frase de Madero se escuche desde esta tribuna, hasta el Palacio Nacional: “El Pueblo Mexicano está apto para la democracia y sediento de libertad.”
Es por eso que hoy convoco, como merecido homenaje a Francisco I. Madero, a que miremos lejos e imaginemos cómo podemos participar para cambiar el presente y futuro de este gran país cuyo nombre aún nos estremece: EL NOMBRE DE MÉXICO.