Un buen libro por la mañana, es equivalente a desayunar aquellos míticos chilaquiles verdes con pollo que servían en el extinto restaurante El Arcángel, que se llevó ese pequeño placer cuando cerró definitivamente sus puertas de la esquina de Madero y Guerrero, frente a la delegación Centro Histórico.
“Tener cafeína en el cuerpo, no es lo mismo que tener talento”, leí esta mañana en La Tierra de la Gran Promesa del maestro Villoro; una frase lapidaria y llena de verdad en un mundo que gusta de presumir la foto de su café de Starbucks en redes sociales.
Así pues, algunas banalidades se han convertido en lo importante en muchas actividades diarias, incluso la política: Ayer por ejemplo, se llevó a cabo el informe del diputado federal, Felipe Fernando Macías, “Felifer” pa sus cuates y para el electorado, que tuvo como centro algo que con la pandemia creímos haber superado.
Creímos que el ‘músculo político’ era cosa del pasado y que una de las enseñanzas del coronavirus había sido el voltear hacia lo importante: los contenidos. Pero la política, así como muchas otras cosas, ha decidido volver al viejo manual de los eventos con banderas, tamboras y porras desplegadas a diestra y siniestra.
Lo que informó ayer Felifer en el Centro Cultural Manuel Gómez Morín, fue que tiene ese poder de convocatoria que se necesita para competir por la candidatura a la capital, si es que se permite un candidato varón para el 2024.
En la plana mayor se encontraba Jorge Romero, coordinador del grupo parlamentario del PAN en la cámara de diputados, desde luego el presidente del partido, Marko Cortés y toda la clase política predominante entre miembros del gabinete estatal, alcaldes, diputados locales y senadores blanquiazules. Desde luego, la secretaria de gobierno, Lupita Murguía como representante personal del gobernador, Mauricio Kuri quien continúa con su aislamiento domiciliario por Covid-19.
Sin embargo, había un personaje entre las filas al que se le veía incómodo con la situación: Agustín Dorantes Lámbarri, secretario de desarrollo social y humano que desde luego tiene a la capital del estado entre ceja y ceja.
Y es que las candidaturas –hablando de lo banal-, ahora se deciden mediante un concurso de popularidad al que los políticos llaman encuestas y que, de no aplicarse, Dorantes podría verse alcanzado. A su favor, tiene el cargo con mejor exposición ciudadana de la actual administración, en contra tendrá que ya no existe el factor de influencia que tenía hasta hace poco, Francisco Domínguez Servién.
La competencia interna de Agustín y Felifer es una rivalidad política que se remonta hasta sus épocas como juveniles, donde muchos creían que éste último tenía buenas posibilidades de llegar a la secretaría juvenil en 2010, pero que el factor Pancho Domínguez terminó inclinando la balanza a favor de un Dorantes que se convertiría en su brazo de derecho. ¿Habrá revancha?
Por cierto, a propósito de quienes ya se van perfilando para la competencia, se ha escuchado a algunos alcaldes como el de Cadereyta, Miguel Martínez Peñaloza, saludar a su similar capitalino, Luis Nava con un afectuoso “¿Cómo estás mi gober?”.
Tras escuchar el saludo, Nava decidió cambiar su silla y sentarse al lado de Martínez. De nuevo, el objetivo es incierto porque faltará la lucha que seguramente será por el senado en 2024 y como lo hemos dicho en ocasiones anteriores, la reforma del 2019 que obliga a adoptar medidas de paridad y equidad de género por la cual el PAN tendría que lanzar una candidata para la gubernatura del 2027.
Finalmente ahí viene la veda por el intrascendente, pero buen ejercicio de revocación de mandato, la cual empezará el próximo viernes y que retará a los actuales funcionarios a suspender programas y difusión de acciones hasta el 10 de abril.
La revocación de mandato, la considero intrascendente porque la popularidad que respalda al presidente López Obrador, hace que sea imposible un resultado adverso que sea vinculante, sin embargo, es buen ejercicio para acostumbrarnos a la participación ciudadana que deberá ser ejercida cuando sí sea necesario.
Mientras tanto, serán 65 días sin exposición mediática que deberán de aguantar los funcionarios federales, estatales y municipales con excepción de algunos programas de turismo, cultura, educación y salud. El que se mueva pierde.