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‘Fallas de liderazgo’

MIRADA AL MUNDO/Rogelio Ríos/Febrero 04, 2022

* Me parece impensable que una investigación como la que se le esta haciendo a Boris Johnson, y su revisión por legisladores en el Congreso de la Unión, sea posible hoy en México sobre la figura del Presidente Andrés Manuel, no por hacer fiestas, sino por las «fallas de liderazgo y errores de juicio» en sus decisiones.

Una inesperada lección de rendición de cuentas nos llegó en estos días desde el Reino Unido. Boris Johnson, Primer Ministro británico, ha sido señalado de manera preliminar en un reporte sobre una investigación en curso por fallas en su liderazgo y errores de juicio.

¿El motivo? Si se lo digo, probablemente, se va a reír: a Boris le gustan las fiestas, es bien sabido, pero no se midió esta vez y participó o dejó participar a su equipo de trabajo en por lo menos ¡16 de ellas!, todas celebradas, faltaba más, en Downing Street 10 (sede del gobierno) o en otros recintos oficiales, incluso una de ellas en el apartamento personal de Mr Johnson.

La encargada del reporte, la funcionaria Sue Gray, dio el avance de la investigación que lleva a cabo la Policía Metropolitana de Londres. En el recinto del Parlamento, el 31 de enero, los legisladores británicos escucharon atónitos la escasa información que dio Sue, pero que bastó para encender los debates: las fiestas se hicieron en contra del mandato gubernamental a los ciudadanos británicos de no llevar a cabo reuniones sociales bajo las etapas críticas de la pandemia.

Por si desobedecer el mandato exigido a los ciudadanos fuera poco, Boris permitió que en sus fiestas corriera el alcohol en cantidades, dice el reporte, «excesivas». Una de las fiestas de lo que ahora se conoce como el «Partygate» se armó el mismo día que la Reina Isabel atendía la misa en los oficios funerales de su esposo Felipe, fecha que recordamos por la lacónica foto de su figura solitaria en Westminster.

No solamente los parlamentarios de oposición (los laboristas) han pedido la renuncia inmediata de Boris, sino también figuras destacadas entre los conservadores. Theresa May, la anterior Primera Ministra, se unió a las críticas contra Johnson.

El punto que me interesa resaltar del reporte es el siguiente: «Hubo fallas de liderazgo y de juicio en diferentes partes del No. 10 (de la calle Downing Street) y de la oficina del Gabinete en momentos distintos. Algunos de esos eventos no debieron ser permitidos. Otros no debieron desarrollarse como lo hicieron».

Agregó Sue que «el consumo excesivo de alcohol no es apropiado en un ambiente profesional de trabajo en ningún momento» y que las agencias gubernamentales británicas necesitaban «implementar una política clara y robusta sobre el consumo de alcohol en los lugares de trabajo».

No sé en qué terminará el «Partygate», pero la reputación personal de Mr. Johnson quedará dañada para siempre. Al final, la investigación debe concluir sobre la dimensión de las fallas de liderazgo y juicio y si éstas lo incapacitan para gobernar al Reino Unido.

Lo que sí sé es que, como observador latinoamericano, me parece impensable que una investigación de este tipo y su revisión por legisladores en el Congreso de la Unión sea posible hoy en México sobre la figura del Presidente Andrés Manuel, no por hacer fiestas, sino por las «fallas de liderazgo y errores de juicio» en sus decisiones, tal como se le señala a Boris Johnson. Ejemplos sobran: la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la CDMX, la liberación inexplicable del narcotraficante Ovidio Guzmán en Culiacán, el derroche de recursos públicos en obras monumentales cuestionables como el Tren Maya, etcétera.

A eso me refería al principio del texto cuando hablaba de lecciones de democracia desde el Reino Unido a esta parte de la América Latina tan fallida en buenos liderazgos como necesitada de una rigurosa rendición de cuentas de sus gobernantes. No hay manera que en México se llame a cuentas a quienes nos gobiernan, pues siempre encuentran ellos la manera de evadir o torcer las leyes y salirse con la suya. Incluyo aquí a toda la clase política mexicana, sus colores y siglas: no se salva casi nadie.

Finalmente, a dos décadas de que bajo el gobierno de Vicente Fox se publicara oficialmente el primer Código de Ética de los Servidores Públicos de la Administración Pública Federal (2002), la esperada profesionalización y honestidad que fomentaría el Código en los servidores públicos sigue pendiente.

Recordemos con nostalgia los 12 principios generales de conducta que se proponían para los funcionarios y empleados mexicanos: bien común, integridad, honradez, imparcialidad, justicia, transparencia, rendición de cuentas, entorno cultural y ecológico, generosidad, igualdad, respeto y liderazgo.

Al contrario de todo eso, vivimos en la época de los liderazgos fallidos.

Rogelio.rios60@gmail.com

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