Mientras Xóchitl Gálvez Ruiz ha insistido, una y otra vez, en “tender puentes” hacia Movimiento Ciudadano (MC) en aras de que se sumen al Frente Amplio por México (FAM), llegan los partidos políticos y todo lo descomponen.
En una acción que más pareció un arrebato o berrinche de uno de los tres (o de los tres) dirigentes partidistas que participan en el FAM, esta triada acudió a la ciudad de Monterrey para afirmar, en una conferencia de prensa, que defenderán a sus diputados locales en contra del gobernador, Samuel García Sepúlveda.
Por supuesto que el pronunciamiento incluyó insultos al mandatario (por parte del líder del PRI, Alejandro Moreno) y la advertencia de que todos sus legisladores locales votarán en contra de darle permiso de ausentarse en caso de que quiera ser candidato presidencial de su partido, el MC.
Ese, en resumen, es el capítulo de la historia escrita la semana pasada del FAM y prueba inobjetable del por qué las dirigencias de los partidos políticos frentistas no deben tomar las riendas de esta coalición.
Las consecuencias
Habrá quienes crean que esta fue una acción de defensa de los partidos políticos; un acto de unidad y, hasta pensarán que fue una demostración de fuerza.
Incluso, habrá quienes festinen que desde ahora queda descartada la posibilidad de que Samuel García pueda ser candidato de MC a la presidencia del país y con ello, se reduzcan las posibilidades de que este partido, comandado por Dante Delgado Ranauro, reste votos al FAM.
Y sí, es factible que todo eso haya sucedido con esta conferencia de prensa.
Sin embargo, el costo de estos “logros” quizá sea de una dimensión mayor pues las consecuencias pueden ser graves.
Primero, porque se profundizó el conflicto entre las diputaciones del PRI, el PAN y el PRD con el gobernador de Nuevo León (de MC) y prospecto de candidato presidencial de su dirigente nacional.
Segundo, porque se cerraron las puertas a que MC pudiera pensar, por lo menos, en la posibilidad de ir en alianza con el FAM. Pareciera ser que este conflicto finiquitó tal posibilidad.
Tercero, se abrió la puerta para que MC pueda acercarse a Morena y sus aliados y, eventualmente, llegar a un acuerdo electoral (recordemos que el presidente López Obrador ha instigado a que este partido vaya solo con un candidato presidencial en aras de quitar votos al FAM).
Cuarto. Quizá el punto más grave sea que con esto, los dirigentes de los partidos políticos entraron en abierta contradicción con la Coordinadora para la Construcción del FAM, Xóchitl Gálvez Ruiz.
La implicación del frente
Este pasaje establece con claridad, la necesidad de “meter en cintura” a las burocracias partidistas pero sobre todo, hacerlas comprender lo que significa conformar un frente; esto es, una alianza de partidos, organizaciones, comités, agrupaciones y ciudadanos en lo individual, a quienes los unen las coincidencias y asumen la responsabilidad de dejar de lado, por ahora, sus diferencias.
Un frente o una coalición se une en torno a un programa mínimo, a un plan de gobierno que compartan y los identifica. Un frente deja de lado las luchas particulares para emprender una única, que convenza y conjunte a todos.
Los dirigentes partidistas no lo han entendido.
Frenar el crecimiento de la coalición con acciones como las de Monterrey podrá convertir al FAM en solamente un nombre pero no en una concentración de voluntades; podrá perder la esperanza que surgió con la elección de Xóchitl y hacer que miles de mexicanos que hoy tienen idea de votar por ella, cambien de parecer.
Ojalá aprendan
Hay historias exitosas de frentes o coaliciones que han ganado elecciones, como la Unidad Popular que encabezó Salvador Allende en Chile y que incluyó a agrupaciones llamadas de izquierda pero también a varias de derecha. Lograron ganar porque se ciñeron a su programa.
Ojalá que la historia tenga la capacidad de dar una lección a los partidos políticos del FAM.