Así es, el día de hoy no vamos a hablar de Andrés y el país de las Maravillas a través del espejo y de todas esas cosas que nos quejamos siempre como la inseguridad, la salud y la economía, no se preocupen, todo sigue igual o peor.
Hoy pasa casi desapercibido a la mayoría de la población el tema de los sindicatos, a menos que pertenezcan a uno casi no trasciende, no permea en la sociedad lo que es y significa pertenecer a un sindicato.
Un dato: según Observatorio de Trabajo Digno (OTD), ocho de cada 10 trabajadores y trabajadoras en el país no pertenecen a un sindicato, es decir, más de 29 millones de personas son ajenas a la vida sindical.
Claro que puedo equivocarme, pero pienso el protagonismo del sindicalismo en México fue muriendo de a poco junto con Fidel Velázquez, a partir de ahí los sindicatos, maestros telefonistas, electricistas, radio y tv, etc, han estado viviendo prácticamente a la sombra en sus pequeños mundos de reuniones y convenciones.
Quizás los trabajadores de la educación, los que siempre han estado ahí y, de repente, la coyuntura hace que uno u otro hagan ruido por acá o por allá y regresan a ser unas bestias dormidas.
Otro de los sindicatos que siempre han estado ahí y nunca han perdido presencia, es sin duda el Sindicato Nacional de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM).
Ésta es mi apreciación general que puede ser perfectamente debatible sobre los ligeros que han estado los sindicatos.
Hasta ahora.
Hay que decirlo que gracias al capítulo 23-A del T-MEC y que cito a continuación, fue el detonante para el despertar sindical en México
“El Anexo 23-A (anexo laboral) sobre la representación de los trabajadores en la contratación colectiva, compromete a México a adoptar en su legislación una serie de medidas y principios relacionados con el reconocimiento efectivo a la negociación colectiva, condicionando la entrada en vigor del Tratado a que dicha legislación exista y entre en vigor en el plazo límite del 1o de enero de 2019”.
Los trabajadores organizados mueven la economía del mundo, de eso que no quepa duda y los hay en Estados Unidos y Canadá también.
De eso derivan las dos últimas reformas laborales en nuestro país, la de febrero de 2017 sobre la libertad sindical y la última, sobre su representación efectiva ante negociaciones colectivas.
Pues en concreto la aprobación del T-MEC, requería el establecimiento de procedimientos para que los trabajadores conozcan y aprueben el contenido de los acuerdos negociados y soliciten la negociación colectiva del contrato, con respaldo de una mayoría de trabajadores; la creación del sistema de verificación de las elecciones de líderes sindicales y, se agregan como infracciones las conductas de “retrasar, obstruir o influir en procedimientos de registros sindicales y de contrato colectivo”; entre otras que se ajustan a los derechos sindicales.
A partir de ahí el sindicalismo en México ha salido de su letargo, y han vuelto a ser parte de la conversación pública, como los casos de la planta de General Motors en Silao, o la empresa Panasonic que echaron a la CTM de sus filas a través del voto libre y secreto y si buscamos podemos encontrar más sobre lo que se encuentran haciendo los sindicatos, grandes y pequeños el día de hoy.
Y así, si revisamos, el tema sindical vuelve a la conversación nacional entre conflictos, elecciones, renovaciones y surgimiento de alguno que otro.
No podía ser de otra forma, la reforma laboral inició poniendo a prueba al sindicato: al STPRM, que cuenta con más de 90 mil afiliados, en 36 secciones de todo el país para elegir a su líder sindical.
Previo a esta elección, se renovaron las 36 elecciones sindicales, a través del voto libre y secreto.
Y pues todos sabemos lo que es Pemex, la columna vertebral de la implementación de la política energética, pilar de nuestra economía y símbolo del actual régimen.
Y en un proceso realmente histórico, los petroleros acudieron al llamado de las urnas para despejar las interrogantes que había, tano al exterior como al interior del mismo y el 70 por ciento (44 mil 983 votos de los 63 mil 700 emitidos), eligió a quien hoy es su líder, Ricardo Aldana Prieto.
El STPRM fue creado en 1935, tres años antes que la expropiación petrolera y hoy por hoy el secretario general sigue portando la llave de la estabilidad laboral de la empresa guste o no así lo han decidido los trabajadores que votaron de manera directa, libre y secreta.
Así, la #4T enfrentó la elección sindical más importante de lo que lleva en el poder. Así de fácil.
Esto nos lleva a qué, el pasado 18 de julio, apenas el lunes pasado, decenas de miles de trabajadores petroleros votaron a favor de que se respete el contrato colectivo de trabajo que han venido construyendo desde su fundación.
Así lo informó el Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral (CFCRL) que precisó que de un total de 64 mil 317 votos, 61 mil 27 fueron a favor de ratificar el CCT, mientras que 3 mil 88 votaron en contra y 202 boletas fueron nulas.
“De un padrón de 78 mil 78 miembros con derecho a voto, la participación de los trabajadores fue de 82 por ciento”, recalcó el CFCRL.
La vida sindical está de vuelta y hay que decirlo, los petroleros, cómo siempre (y puede gustarte o no), son quienes representan la vanguardia sindical en México.
¿O el sindicato puso a prueba la reforma?
Sin duda el Sindicato petrolero se ha vuelto pionero y estandarte de cómo se debe cumplir con la reforma laboral y cumplir con los requerimientos internacionales que requieren Estados Unidos y Canadá.
Hoy, más de un millón 692 mil 339 trabajadores, a través de 11 mil 239 consultas, han legitimado 5 mil 310 CCT.
Los sindicatos, los grandes y los pequeños, para continuar vigentes, deben ofrecer una sólida y fuerte representación, el STPRM ha sobrevivido al PRI al PAN y a Morena y, mientras exista petróleo, sobrevivirán al paso de quien sea.
El sindicalismo en México despertó y eso viene bien a nuestro país y los petroleros, como siempre llevan la delantera.
Tiempo al tiempo.