Desde la otra fronteraMirador

Derecho de piso

Cuando era niño, en la Ciudad de México, mi abuelo vendía chácharas en un tianguis dominical. Por usar un pequeño espacio en medio de la calle cerrada al tráfico (convertida en mercado), él pagaba su derecho de piso a la persona de la delegación. En estos días en México, “derecho de piso” es un vergonzoso signo de la falta del Estado de Derecho, reemplazado por el empoderamiento territorial de la mafia que le cobra a los negocios de ciertas colonias y regiones una cuota para operar y seguir vivos.

Aunque parezca increíble, algo similar está ocurriendo a nivel internacional con el que solía ser el super policía del mundo, los Estados Unidos. Primero, las burlas y criticas del presidente Trump a los países que no invierten 2% de su PIB en gasto militar (por mucho comprando materiales bélicos a USA)… siendo ésta una de las razones por las que quiere anexarse a Canadá, pues no cumple con su “derecho de piso”.

¿Más ejemplos? Hace un par de días, explotó un gran escandalo en Estados Unidos: la conversación de un grupo de altos funcionarios, entre ellos el vicepresidente JD Vance, el secretario de estado, Marco Rubio, el secretario de defensa, el director de la CIA, y un invitado no intencional: el editor del periódico El Atlántico, Jeffrey Goldberg -aparentemente agregado al grupo de la plataforma “Signal” por Mike Waltz, asesor de seguridad, por error (!!!)-. ¿El tema? El plan de ataque a un grupo terrorista en Yemen, los Houthis, defensores de la causa Palestina, aliados de Irán, que han estado atacando embarcaciones europeas en el Mar Rojo, una importante ruta comercial.

En medio de todo el drama de la mega filtración, horas antes de la ejecución del ataque militar gringo, hay un párrafo entre estos altos funcionarios donde se insinúa que alguien debe pagar el costo de caro despliegue militar. Alguien indica que si esto afecta el comercio de países europeos, ya veremos qué impuestito les cobramos… O sea, ¿quieren los servicios de su super policía mundial? ¡Paguen!

Dentro de la conversación filtrada, Mike Waltz le explica al vicepresidente que este ataque tiene más toques económicos que políticos, pues el bloqueo del canal afecta en un cierto porcentaje (15% o 30%) a contenedores americanos que van a Europa o que vienen de allá, y los únicos capaces de romper el bloqueo son los gringos; Waltz indica que el presidente Trump quiere un cálculo del costo de esta operación para luego cobrársela a los europeos.

En cuanto al tema de Canadá, Trump no ha quitado el dedo del renglón, en palabras  de su vicepresidente, los aranceles no obedecen a la falta de lucha contra la migración o el fentanilo, es para presionar a las armadoras de autos y otras industrias americanas asentadas aquí, para que se devuelvan a los Estados Unidos. De una forma u otra, el inquilino de la Casa Blanca quiere anexar a Canadá.

Y ese es el tema central por acá. En días pasados, Trudeau renunció a ser el líder del partido en el poder, y los liberales eligieron ya a su sucesor: Mark Carney; quien fue automáticamente nombrado Primer Ministro de Canadá. Pero no tan rápido, él sabía que la próxima semana cuando reiniciara sesiones el parlamento, emitirían un voto de no confianza y nos iríamos a elecciones. Carney se adelantó y lo disolvió, convocando a elecciones después del mínimo tiempo legal de campaña (5 semanas), para votar el 28 de abril.

Mark Carney logró lo imposible. En un par de meses subió las preferencias electorales del partido liberal de 20% a más de 40%, superando a su principal rival: el líder conservador (y admirador de Trump) Pierre Poilievre. Un factor crucial es la imposición injustificada e ilegal de aranceles a productos canadienses y sobre todo la insistente amenaza de convertir a Canadá en el estado número 51.

¿Quién es Mark Carney? Mark Joseph Carney nació en Forth Smith, peque؜ño poblado en los Territorios del Noroeste, 60 años de edad, casado con 4 hijos. El ahora 24º Primer Ministro fue de 2008 a 2013 gobernador del Banco Central de Canadá y de 2013 a 2020 ocupó el mismo cargo pero en el Banco Central de la Gran Bretaña, siendo el único alto funcionario no nacido en Inglaterra en tal cargo. Fue durante su gestión cuando apoyó a ese país después del famoso Brexit, la salida de la Unión Europea. Titulado de Harvard, ha ejercido también altos cargos en empresas inmobiliarias canadiense-americanas antes de convertirse en líder del Partido Liberal.

En su breve gestión, antes de convocar a elecciones, su primera decisión fue cancelar el impuesto al carbón, que encarece los precios de las gasolinas (y mayor argumento de la oposición); su primer viaje al extranjero fue a Francia e Inglaterra, buscando alianzas económicas, políticas y militares para enfrentar a los Estados Unidos, en caso de que llegue a eso. Se rumora incluso que estaría buscando que Canadá se convierta en parte de la Unión Europea.

No solo el gobierno, sino la sociedad civil ha emprendido campañas nacionalistas, tales como “Canadá no está en venta” y la frase extraída del juego del Hockey, “codos arriba”, que indica que una pelea se aproxima, los jugadores se preparan para los madrazos; haciendo referencia a la muy tradicional costumbre en este juego: agarrarse a golpes.

Con el nuevo “bully” en el barrio, ningún país está a salvo, tampoco México. Se encuentra en la mira de la Casa Blanca, no solo con aranceles, sino para limpiar al país del narco… Quizá no ha lanzado aun ataques por que no sabe a quién cobrarle por el servicio. A Ucrania le está cobrando con sus preciados recursos minerales y, en Medio Oriente, quiere quedarse con la Franja de Gaza para convertirlo en zona hotelera, “a cambio de traer paz a la región”.

Los recientes escándalos de tumbas clandestinas masivas, que no es -por desgracia- algo nuevo en  México, solo dan más razones a Trump para contemplar a los narcos como organizaciones terroristas y blanco de sus operaciones militares.

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