Tras años de campaña en los Estados Unidos, con los medios recientemente enfocados en la errática conducta del actual presidente Joe Biden, los hechos de hace solo una semana vinieron a cambiar dramáticamente las jugadas políticas mundiales: un intento de asesinato contra el -entonces- precandidato por el Partido Republicano, Donald Trump.
Históricamente, todos hemos sabido de grandes personalidades que por un hecho especifico caen de su pedestal -que suele tomar años construir- y manchan su nombre por mucho tiempo o para siempre. Pero ver el proceso opuesto: cambiar la imagen de malo a bueno en un político en segundos, es ya en si un hecho histórico. Esto le paso a Trump, quien pasó de criminal convicto a héroe que sobrevivió a un atentado de asesinato.
El momento parecía sacado de una película: en los primeros segundos, cayó al suelo, protegiéndose, preso del pánico, pero cuando el servicio secreto lo sacó del pódium, hizo a una mujer de seguridad a un lado, alzó el puño y empezó a gritar “sigamos luchando”. La foto de la escena con una bandera americana al fondo, su rostro con sangre, sacudió al planeta entero.
Mediáticamente, le arrebató la atención a los desvaríos de su contrincante Joe Biden. Quien justo el día de hoy sucumbió a múltiples voces en la Unión Americana, que le pedían dejar la nominación para su reelección y así lo hizo, anunciando que ya no buscará su reelección y endosando el puesto a su vicepresidenta, Kamala Harris.
¿Y todo esto cómo nos afecta? Mucho, muchísimo. Si creíamos que había violencia hacia las elecciones mexicanas, con múltiples candidatos asesinados; el atentado contra el candidato más fuerte en la contienda americana -repleto de irregularidades en su seguridad y sospechas de haber sido instigado desde la Casa Blanca-, ofrece un futuro cercano muy enturbiado.
Por meses, la clase política canadiense se ha venido preparando para el posible regreso de Donald Trump al poder. Ya en su mandato anterior, amenazó con cancelar el Tratado de Libre Comercio e impuso muchos aranceles en contra del país del maple. Hace un par de semanas, en el aniversario de la OTAN, Canadá fue foco de duras críticas de políticos americanos, pues de todos los miembros del Tratado, es quien tiene la menor inversión en el rubro de defensa, que debe ser del 2% del PIB; ocupando el 5º lugar (de abajo hacia arriba), con un 1.37%.
La presión fue tan fuerte que Trudeau se vio obligado a anunciar una acelerada inversión de miles de millones de dólares para alcanzar ese 2% en 2032. Líderes parlamentarios gringos indicaron que era injusto que Canadá se durmiera en ese rubro, confiado en que tiene a su lado al país militarmente más poderoso del planeta, con una velada amenaza -como no hace mucho lo dijo Trump- de quien no cumpla con su cuota, no va a ser protegido por USA.
Y en este rubro de seguridad, los riesgos para México -en caso de que Trump gane las elecciones de noviembre- son mucho peores. Ni una semana después del atentado en su contra, durante su nominación oficial como candidato republicano, arremetió duramente no solo contra los inmigrantes, sino advirtiendo de acciones militares contra los líderes del narco dentro del territorio mexicano.
Si bien, tanto AMLO como la futura presidenta Claudia Sheinbaum, descalificaron dichas acusaciones, parecen no entender los riesgos que esas acusaciones y amenazas implican; por no mencionar el riesgo de que se cancele el Tratado de Libre Comercio o que se tomen sanciones comerciales contra las empresas chinas, que parecen estar llegando a montones al territorio mexicano para entrar al mercado estadounidense.
Mientras tanto, los canadienses tanto a nivel empresarial como gubernamental han estado planeando estrategias de contención, de negociación, de convencimiento; no solo a nivel federal sino desde las provincias y hacia gobierno estatales americanos, así como con corporaciones.
A México le urge un plan de contingencia en el caso de que Kamala no pueda arrebatarle la presidencia a Donald Trump.
Esta contienda se desenvuelve en varios escenarios, más allá de la política. El cabildeo es muy importante; Sheinbaum tiene que encontrar a un gran negociador, pero -a diferencia de su antecesor- va a tener que salir a la escena internacional, donde AMLO estuvo ausente casi todo su sexenio (salvo en las reuniones con los líderes de izquierda del continente) y enfrentarse quizá con el mismo Donald Trump.
La guerra mediática y en redes sociales va a ser muy dura. Trump es un genio de la mentira y la manipulación, lo que hasta ahora le ha ganado el apoyo de más de la mitad de los gringos. Y como dice el dicho, a la gente le gusta estar del lado de los ganadores… y aunque las corporaciones no compartan sus ideologías, lo van a apoyar mientras sea el “caballo ganador” en la carrera hacia la Casa Blanca.
Con su nuevo estatus de héroe nacional, ante los grupos religiosos que ciegamente apoyan a Trump, ahora ven en él un halo de divinidad y, aunque parezca increíble, en pleno siglo XXI, hay mucha gente donde el factor religioso es un motor muy poderoso.
Hace una semana, todos los premiers (gobernadores) de las provincias canadienses se reunieron para analizar distintos temas de carácter doméstico, y empezaron por pedir reforzar su seguridad personal, así como la de parlamentarios y otros políticos, en vista del fallido atentado contra Trump. Así mismo, discutieron entre ellos los riesgos de un nuevo mandato republicano en los Estados Unidos, muy conscientes de los peligros en lo económico y en materia de seguridad militar, exigiendo al primer ministro mayores acciones en ambos temas.
Me parece que, en México, todo eso aún se ve muy anecdótico, quizá hasta cómico, pero muy lejano. Y no lo es.