MiradorQrovadis

Casa de Gobierno

Luego de haber mostrado una parte de lo acontecido en 1810, conviene saber cómo era el edificio en aquellos días.

Por principio de cuentas, es preciso decir que tenía dos zaguanes, uno mayor que el otro. El primero era el que permitía el acceso a las oficinas gubernamentales y los aposentos del señor Corregidor y su familia; el otro, era la puerta de la cárcel y, según sus costumbres, ¡cómo habrían de utilizar estos personajes la misma puerta que aquellos que habían delinquido! El zaguán de la cárcel fue cegado a fines del siglo antepasado, rumbo 1880─1900. Aún queda la ventana y en lugar del escudo virreinal, fue colocado un medallón con el Escudo Nacional republicano, medio cubierto por el follaje de un árbol.

Enseguida mostraré los planos de la planta baja y la planta alta a los que solamente les he efectuado el cambio de letra por ser más sencilla de leer.


Planta baja de las Casas Consistoriales y Real Cárcel, en los días a que hace referencia este escrito.

Es de hacer notar que entonces existían cinco tiendas en la planta baja. No es de sorprender, puesto que en muchas casas grandes ocurría lo mismo: lo obtenido del alquiler de las accesorias se utilizaba para el mantenimiento de los aposentos superiores.

En el caso particular, pertenecían a los naturales y lo obtenido lo aprovechaban de diferentes maneras.

También es de advertir que colindaba con dos propiedades particulares, que al tiempo serían ampliaciones, como la que se puede ver junto a la flecha de orientación. Esta casa habitación fue propiedad de un gobernador de quien en alguna otra ocasión escribiremos algunas líneas; no viene al caso.


Planta alta de las Casas Consistoriales y Real Cárcel, en los días a que hace referencia este escrito.

En este plano he señalado con un óvalo la ubicación de los aposentos a que me referí en la entrega anterior.

¡Fuera malos pensamientos y leyendas negras, que solamente desvirtúan la realidad!

El muro intermedio en nada se parece a nuestras débiles paredes en comparación.

Ambas entregas quedan enlazadas y una sirve de apoyo a la otra.

Eduardo Rabell Urbiola

Cronista municipal de Querétaro

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