Mirador

Anemia democrática

El debate del pasado domingo 22 de abril nos mostró –por si falta hacía—lo que es nuestra incipiente democracia: una cáscara muy costosa, pero todavía vacía.  Ganó el formato del INE; ganó la televisión.  Ganó la técnica.  Pero no hubo nada de fondo.  Sin ideas-fuerza, los candidatos a la presidencia dedicaron su tiempo de cara a la nación a hacer un “spot” gigante… y a pegar.

A muchos les gustó Anaya por su técnica.  Pero si uno busca una concepción de fondo sobre la democracia, se encontrará pura técnica.  Meade es un cuadrado institucional y AMLO un lavadero socarrón.  Bronco es un tipo norteño y Margarita una señora con voluntad.

Cierto: los debates políticos son eminentemente emocionales.  Pero también existe la “inteligencia emocional”.  Los cinco carecen de ella.  Supone un reconocimiento del otro.  Y los asesores les dijeron que el otro es un fulano al que hay que derrumbar.  Con verdades o mentiras, lo mismo da.

Estamos como estamos por la interpretación que se ha hecho, desde tiempos de don Porfirio, que el contrario es enemigo.  Y de ahí al “mátalos en caliente” o “ni los veo ni los oigo” hay una distancia mínima.  Para los aspirantes, lo importante es hablar y matar al otro.  Simbólicamente, se entiende.  Ningunearlo.  Hacerlo ninguno.  Mi pregunta, muy tonta si se quiere, es la siguiente: ¿cómo se puede construir la democracia si en el debate “democrático” no solo no hay un concepto sólido de democracia, sino que se exhibe, justamente, lo contrario a lo que es el espíritu de la democracia?

Raffaele Simone, en su extraordinario texto La Tercera Fase (Formas de Saber que Estamos Perdiendo), habla de “la peligrosidad del habla: la facilidad con la cual, usándola, se pierde la pertinencia con respecto a aquello que estamos diciendo, su debilidad semiótica”.  Por eso se vive en México “el malestar de la política”.  Que se refleja en dos actitudes terribles para construir la democracia: el miedo y la indiferencia.

Redacción El Queretano

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