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LA FACTURA POLITICA DE LA PANDEMIA

Tras meses de encierro es fácil perder sentido de la realidad y acumular tensión y ansiedad. En el mundo entero, para controlar la pandemia, los gobiernos ordenaron a los ciudadanos quedarse en casa, unos pudieron trabajar desde ahí, otros no. El costo económico pagado por preservar vidas ha sido muy alto, y ahora viene la factura política…

Estados Unidos es un caso muy crítico: Con un manejo terrible de la pandemia, que algunos piensan que se hace a propósito como una limpieza racial, pues mueren más negros e hispanos que blancos-, el asesinato del afroamericano George Floyd por un policía en Minneapolis desató una grave crisis social que ha resonado en muchas naciones. Fue un caldo de cultivo, no solo por la gente desesperada de estar encerrada, muchos sin empleo, sino por una histórica cadena de abusos raciales.

México es ajeno a esas luchas raciales, pues siendo un pueblo mestizo -herencia de una mezcla de indígenas y españoles-, no se identificó con ese estallido social que ha empujado a millones de personas a salir a las calles a exigir justicia, a pedir el desmantelamiento de los cuerpos policiacos y un cambio cultural profundo. Sin embargo, en México predomina una cultura de castas -herencia de la colonia-, donde hasta la fecha el color de piel, el estatus económico y el apellido (en casos como Querétaro), marcan divisiones sociales muy profundas. Desigualdad.

Canadá es un caso diferente… como Estados Unidos, proviene de una historia de colonización donde los indígenas nativos fueron sometidos por los europeos blancos, pero en los últimos años ha tratado de reivindicar la relación entre colonizadores y colonizados. Aquí se dieron marchas en apoyo a la causa de “las vidas de negros importan”, pero con la adición de “… y las de los indígenas también”. En fechas muy recientes se han registrado casos de abuso policial contra minorías de color, desde negros hasta aborígenes. El tono, a pesar de todo, ha sido mucho más leve que en Estados Unidos.

El largo proceso de atención a la crisis sanitaria, al que México entró tarde y del que pretende salir temprano, ha ido desgastando severamente las economías de todas las naciones. Los norteamericanos perdieron más de 40 millones de empleos, en Canadá se habla de 2 millones y México, bueno no sabemos…

Buscando datos sobre el impacto de la pandemia en la economía mexicana me encontré una variedad de opiniones que reflejan manipulación mediática y una cultura del tanteo… Calcúlale 8 veces los números oficiales de enfermos de Covid 19, porque no hay suficientes pruebas (y, de haberlas, reflejarían la gravedad de la pandemia) y los decesos se maquillan con otros nombres. De este modo, es posible decir que la crisis sanitaria no es grave, y se puede abrir la economía sin tanto escándalo; que se muera quien se tenga que morir, hay que chambear.

Y, así las cosas, bueno entonces ¿cuántos empleos se han perdido? ¿cómo ha sido afectada la economía? La versión oficial es que solo se perdieron 1 millón de empleos, según datos del IMSS. Ah, pero no contamos el impacto de la economía informal, o cosas como gente despedida temporalmente (en caso de que tuvieran contrato) o solo invitada a tomar vacaciones forzosas. Según una encuesta telefónica hecha por el INEGI refleja una diferencia de 12 millones de personas que antes de la pandemia recibían ingresos y ahora no.

A todo esto, el nuevo Tratado de Libre Comercio de Norteamérica debió entrar en vigor el 1 de junio, pero no arrancó. Al parecer ahora grupos empresariales están presionando para que se posponga pues debido a la pandemia muchas industrias han despedido trabajadores, ha tenido que cambiar de giro (en vez de autopartes ahora hacen ventiladores médicos o equipo de protección), o se olvida que las fronteras norte y sur de los Estados Unidos están cerradas y los sistemas aduanales no han podido prepararse para el nuevo acuerdo.

Estos temas, sin embargo, no han sido reflejado en las mentes de las masas en México, ya sea por medios de comunicación tradicionales ni por las redes sociales. Todos están muy entretenidos en la guerra entre fifis y chairos, cortinas de humo como la BOA y los supuestos bloques de gobiernos estatales contra el Presidente López Obrador, o el obligar a empresas evasoras a pagar impuestos. ¿A quién le importa la pandemia y sus muertos, la crisis económica o la violencia entre carteles del narco (caso de Guanajuato)?

Y no es culpa solo del gobierno o de los medios. Una de las cosas que ha enseñado esta pandemia es que para combatir un enemigo tan fuerte y letal se requiere de la estrecha colaboración entre la gente, de la sociedad con sus autoridades, de los gobiernos locales con los federales; basados en datos científicos, no llevados por agendas políticas. Habrá que ver si las cortinas de humo y el circo político mexicano logran tapar las crisis sanitaria y económica.

La factura política de la pandemia y la recesión apenas empieza a sacar la cabeza de entre las aguas turbias del caos social y la negación de la realidad. Los efectos de la crisis social en los Estados Unidos (se habla de una lucha entre anarquistas y fascistas) sobre la región y en el mundo están aún por verse.

Termino con un caso un poco al margen (¿o quizá no?): Hace unos días la Organización de las Naciones Unidos (ONU) eligió nuevos miembros para su Consejo de Seguridad (un cuerpo diplomático de mucho poder), México ganó un lugar, pero Canadá -que ha buscado esa posición intensamente- quedó fuera. Es decir, para las lides de la política internacional la nación azteca juega un papel de más peso que Canadá; posiblemente por su historia como pivote entre las grandes potencias y Latino América; o por su sana distancia con países socialistas como Cuba, Rusia y Venezuela. En foros internacionales México sigue siendo percibido como un país amigo; prefiero pensar eso a que los gringos pusieron un títere en una institución de la que se quieren salir, pero no del todo.

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