Se repite como mantra que para que más personas salgan de la pobreza se necesita que se genere riqueza, que haya inversión y empleos para que las familias, en especial las de menores ingresos, tengan oportunidad de satisfacer las necesidades de sus integrantes.
El argumento en parte es cierto y en parte falaz. Es, como muchos argumentos que circulan entre los analistas y comentócratas, simplista hasta llegar a la mentira. Para muestra, unos botones.
Mucho se ha dicho que el año 2019 fue el primero de decrecimiento económico en una década. Sin embargo, fue un año en el que mejoró el ingreso real de las personas de menores ingresos.
Fue un año en el que se redujo la población con ingresos inferiores a la canasta básica.
De acuerdo con datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), en el cuarto trimestre de 2018 el ingreso laboral real fue de $1,717.90 pesos por persona.
Para el cuarto trimestre de 2020, el ingreso laboral real subió hasta los $1,819.55 pesos, de acuerdo con información del CONEVAL.
La misma institución calcula la proporción de la población con ingresos inferiores a la canasta básica. Es decir, el porcentaje de mexicanos cuyos salarios no les alcanza para comer.
Al cuarto trimestre del 2018, un 39.2% de los mexicanos tenían ingresos inferiores al costo de la canasta alimentaria. Para el cuarto trimestre de 2019 esa proporción descendió al 37.3%.
Esta disminución de 2.5% en la proporción de mexicanos con ingresos por debajo de la canasta alimentaria representa una población cercana a los 3,000,000 de personas.
En contraste, durante 2017, cuando la economía creció 2.3%, el ingreso laboral real fue de $1,669.31 y la proporción de mexicanos con ingresos inferiores a la canasta alimentaria fue de 41%.
¿Por qué cuando fue mayor el crecimiento del PIB creció la pobreza laboral y cuando se contrajo el PIB disminuyó?
La primera respuesta es que el crecimiento del PIB no tiene una relación directamente proporcional con la reducción de la pobreza, aunque el mantra en últimos días lo repita con insistencia.
A bote pronto, se aprecia una mayor una correlación entre inflación y la proporción de personas con ingresos debajo de la línea mínima de bienestar. A mayor inflación, menor poder adquisitivo para los bienes de la canasta alimentaria.
Así, pegó más que el “gasolinazo» haya causado un pico de inflación en 2017 que la contracción económica del 2019. Una hipótesis a bote pronto, insisto.
Ojalá estos datos, y la respectiva explicación, mereciera los ríos de palabras que la intelectualidad mexicana dedica a explicar la realidad del país y, sobre todo en el diseño de programas de gobierno y políticas públicas.