Para conocer los índices de contaminación que contienen los diversos cuerpos de agua en diferentes zonas, Lina Guerrero López, estudiante de la Ingeniería Químico Ambiental de la Facultad de Química (FQ), con apoyo del Fondo del Proyectos Especiales de Rectoría (FOPER), llevó a cabo la investigación “Cultivo de Daphnia sp. para uso como bioindicador de contaminación de agua”.
Detalló que dichos organismos son una especie de microcrustáceos, los cuales se forman naturalmente en charcas que surgen durante la temporada de lluvias, motivo por el cual se tuvo el objetivo de formalizar un cultivo, el cual se trasladó hacia el Laboratorio de Mutagénesis Ambiental dentro del Centro de Estudios Académicos sobre Contaminación Ambiental (CEACA) de la FQ.
“Se le llama comúnmente `pulga de agua´, es pariente de los crustáceos, mide de .2 milímetros hasta 3 milímetros. Queríamos mantener el cultivo constante porque de manera natural no están vivos todo el año, por eso lo queríamos mantener en un laboratorio durante todo este periodo; llevamos 10 meses y el objetivo es dejar listo este cultivo”, manifestó.
Reconoció que esto permitirá a las próximas generaciones efectuar trabajos a futuro como prueba biológica para el monitoreo de la calidad del agua en los diferentes ríos, pues el trabajo ha quedado documentado.
Guerrero López señaló que durante el cultivo se observaron las características morfológicas de las Daphnias, así como su comportamiento del ciclo de vida; destacó que se logró obtener en dicho microorganismo, la Concentración Letal 50 (CL50), es decir, la concentración que produce la muerte del 50 por ciento de la población de estos organismos después de 24 horas de exposición al plomo, cadmio y arsénico, los cuales son elementos de interés medioambiental.
“Este es un parámetro que comparamos con las Normas Mexicanas de límites máximos permisibles para la contaminación de agua. Se expuso a los organismos una concentración determinada de un elemento y sí se muere o no eso nos da un parámetro para ver si el agua está contaminada o no”, argumentó.
Agregó que de momento no se ha realizado una prueba de campo, sin embargo, puntualizó que esto forma parte de la segunda etapa de su trabajo de investigación, pues será el tema de su tesis de titulación, el cual lo desarrollará a lo largo del próximo año.
“Vamos a probar más cosas con esta investigación, se tiene pensado trabajar con nanopartículas de dióxido de titanio para ver si tiene algún efecto en su organismo, sí la ingieren o sí se atrofia y también utilizar muestras reales de agua y poder tener un parámetro”, indicó.
Cabe señalar que para implementar el cultivo se colocaron dos focos fluorescentes para garantizar un fotoperiodo de 16 horas luz y ocho horas de oscuridad. Además de que el agua de las peceras se cambió completamente cada 21 días para mantener la limpieza de las mismas y suministrar líquido con microalgas; asimismo, se monitoreó el pH, oxígeno disuelto y conductividad.