Los primeros días del mes de Noviembre los panteones de todo el país y por supuesto de Querétaro, se llenan de tradición, colorido, ofrendas, veladoras, flores y mucho folklor; sin embargo, en la calle de Ejército Republicano #4 de nuestra ciudad capital, existe un lugar en el que todo lo anterior es meramente protocolo, pues en su mayoría los personajes que ahí descansan, no son visitados por deudo alguno, que los reciba en este viaje de regreso este tradicional día de muerto.
Frío y solemne, este panteón emerge en lo que fuera un huerto del histórico Convento de la Santísima Cruz, como un permanente y póstumo homenaje a personajes como, Doña Josefa Ortiz de Domínguez, su esposo Don Miguel Domínguez, Epigmenio González y Don Ignacio Pérez, además de los restos de Ignacio Pérez “el correo de la libertad”; Epigmenio Gonzáles, conspirador independentista; Juan Antonio de Urrutia y Arana “el Marqués”, creador del Acueducto.
También ahí reposan los restos de personajes como el escritor Valentín Frías; José María Arteaga, mártir de la Reforma; Ignacio Mariano de las Casas, arquitecto del templo de Santa Rosa de Viterbo; Carlos Septién, periodista del siglo XX; Octavio Mondragón Guerra, quien fue gobernador del estado y Josefa Vergara y Hernández, benefactora de la ciudad y todos ellos célebres y forjadores de la historia queretana.
Este, el primer panteón que hubo en nuestra ciudad, era destinado en sus inicios a todos aquellos queretanos que no eran reclamados por sus familiares, o que simplemente se desconocía su origen, y años más tarde de sus inicios, se construyó el mausoleo de los Corregidores Domínguez, pretendiendo que sus restos descansaran aquí en tierras queretanas.
Además de las ilustres almas que por el lugar se pasean, existen alrededor de 230 restos más, lo que decir de algunas personas, genera en este lugar un ambiente místico y un tanto tenebroso, ya que, incluso existe la leyenda de que las frívolas estatuas “cobran vida” por las tardes, situación que los cuidadores del lugar descartan por completo, sin embargo a pesar de su particular escepticismo cuentan que en veces, si llegan a sentir presencias o escuchan ruidos ajenos al movimiento normal del lugar.
Además de estos mitos, existen otras historias, que no necesariamente tienen que ver con situaciones paranormales o fantasmagóricas, como el hecho de que los restos que yacen ahí junto los de Doña Josefa Ortiz, no son los de su marido, si no los de su hijo, esto basado en algunas publicaciones de mediados del siglo XX, así como también se dice que tampoco es Epigmenio González quien descansa y recibe homenaje en este lugar.
Custodiado por la capilla de la Virgen Dolorosa, patrona del cementerio desde las épocas de mil ochocientos cuarenta, el Panteón de los queretanos Ilustres, se ha convertido en un punto icónico de nuestra ciudad, al cual a durante todo el año asisten miles de turistas y curiosos que gustan envolverse en esta atmósfera, llena de misticismo e historia.