Somos una olla de presión. Históricamente la Universidad Autónoma de Querétaro es una muestra representativa de la sociedad queretana, en la que existe ya un hartazgo generalizado a la violencia, sobre todo, a la violencia de género.
A pesar de ser una situación inédita en la universidad, la manifestación y el paro de clases para protestar contra sus propias autoridades y mecanismos de atención, parecía casi necesario como una expresión de rechazo a la violencia. Bien enfocado o no, ese es el gran dilema que aqueja al movimiento universitario.
Parecería que a la rectora, Tere García y a la Unidad de Atención de Violencia de Género (UAVIG) les tocó ser los primeros en aparecer en el ojo de la primera expresión social que se revela contra un mal que rebasa no solo a la UAQ, sino a prácticamente todas las instituciones y el gobierno, rebasa a la sociedad misma que no ha podido parar la violencia, sin embargo, no nos vamos a permitir creer en que todo sea producto de la casualidad.
Lo que hoy tiene a la universidad sin clases es un caldo que se ha cultivado en los últimos años con una serie de decisiones, factores internos y externos, que han explotado, eso sí, con una demanda legítima: ¡Fuera los acosadores!
Uno de los errores que ha cometido la universidad es pretender ser casi un estado separado, bajo la premisa de ‘autonomía’ y ha buscado distanciarse de cualquier regla ajena a la propia, incluyendo –sobre todo- a las instituciones gubernamentales y la autonomía no significa eso.
En una charla reciente con colegas, hablamos sobre los últimos años en los que la UAQ ha pretendido que no se le apliquen las normas al igual que al resto de la sociedad: Iniciada la pandemia de Covid-19, la rectora buscó ir ajena a la postura oficial del Comité Técnico de Salud del Estado y crear sus propias métricas, en varias ocasiones desde donde se cuestionaban las recomendaciones oficiales.
Dicen que la postura de Teresa García, bajó de tono cuando fue invitada por el Comité de Salud en aquel entonces, a conocer todas las variables y métricas que se tomaban en cuenta para emitir los escenarios oficiales, reunión de la cual quiso retirarse, pero fue conminada por el mismo gobernador a permanecer en el salón para conocer toda la exposición.
En el mismo tema, la universidad se posicionó rápidamente como una institución que reaccionó a la pandemia como lo mejor de Querétaro y puso en marcha un sistema de pruebas rápidas que se presumió en su momento como una alternativa económicamente accesible para la sociedad, pero que no tuvo el rigor necesario para tener un reconocimiento oficial, debido a que sus pruebas arrojaban falsos negativos y falsos positivos con regularidad.
Después vino el proyecto QUIVAX que nos pareció algo digno de orgullo, que hasta una colecta social tuvo y que poco a poco se fue diluyendo, prácticamente hasta reiniciarse.
Ahora la UAQ tuvo a bien, implementar la iniciativa para crear la UAVIG como una unidad de atención local, que sin menoscabar su trabajo –que me parece muy bueno- atrajo la atención y desvió el enfoque de la Fiscalía General de Justicia del Estado que es la instancia que debería de conocer, a través de denuncias formales, los casos de acoso y abuso. Y que conste que no decimos que la Fiscalía no tenga bastantes defectos en la atención de estos delitos, pero la UAQ no es persecutora de delitos.
Lo delicado de este tema, es que los estudiantes esperan mucho más de lo que puede ofrecer la universidad, por lo que algunas víctimas consideran que se les queda a deber.
Recordemos también que en el presunto caso de zoofilia, existe una resolución judicial que no ha sido acatada por la universidad, también so pretexto de la autonomía y que está rodeada de polémica por tratarse de un alumno vinculado al desarrollo de la vacuna QUIVAX, tal y como lo informó EL QUERETANO.
Finalmente el tema del pago del agua en donde chocaban las leyes orgánicas de la universidad y del propio gobierno fue un tema que provocó un fuerte desgaste a la rectoría.
Ahora bien, eso tiene que ver con una parte de los factores internos, los otros son propiamente externos, principalmente por considerar a Teresa García como una figura incómoda a la que se pretende atacar desde distintas esferas de poder.
Es a todas luces visto que el movimiento estudiantil tiene en medio, los intereses de grupos políticos que han aprovechado la causa orgánica de la violencia como la chispa para dinamitar su pólvora contra la rectora.
Muestra de los intereses inmiscuidos, disfrazados de protesta es la Facultad de Derecho, que permanece completamente pintada con mensajes feministas en contra del acoso, sin embargo, destacan algunas acciones, como el tapar las placas con el nombre de maestros eméritos y sustituirlos con el nombre de docentes como Gabriela Nieto Castillo y su hermana María.
Al parecer este movimiento estudiantil tiene un reto muy grande, pues todos los grupos de poder que desean la caída de la rectoría pretenden utilizarlo como golpe final. Mal luce el lodo que rodea la flor de una causa justa. Insipiente si no se logra un avance para rechazar la violencia de género y en su lugar se obtiene un botín político.
Lo invito a escucharme de lunes a viernes de 6 a 8 de la mañana en Capital Noticias Querétaro, a través del 104.9, Lokura FM.