DestacadasSubterráneo

José Osorio, 30 años al servicio de la Cruz Roja

Entre la sangre y la tragedia

Una tradición familiar lo llevó a formar parte del cuerpo de voluntarios de la Cruz Roja, el cual ha combinado con el oficio de hojalatero, se trata de José Héctor Osorio Ontiveros con 80 años de edad.

Su padre fue fundador de la Cruz Roja en Querétaro y este ejemplo lo llevó a integrarse como voluntario, pese a que no recibe un solo peso por realizar esta arriesgada labor que ejerce desde hace 37 años.

En 1962 se integró al cuerpo de socorristas en Querétaro, posteriormente salió, pero volvió para quedarse.

Y es que como su padre, él, sus hijos y nietos se han integrado a la Cruz Roja como voluntarios, por lo que cuatro generaciones son partícipes de esta institución.

“Siendo socorristas sabemos todo lo básico para una emergencia, ya es muy indispensable tener estos conocimientos para poder solventar algún problema. Ahora yo siempre les he recomendado lo que conocíamos antes porque antes no había aparatos, no había nada de lo que tienen ahora”.

Sus conocimientos en la materia le permitieron formar la escuela de socorristas, la cual ha formado a diversos voluntarios.

Recuerda con lamento una tragedia que lo dejó marcado cuando una tarde llamaron para reportar una emergencia en la carretera a Celaya. Un automóvil Volkswagen había quedado debajo de un tráiler.

Aquella tarde en la década de los 70 los dos ocupantes murieron, una pareja de recién casados se había incrustado y el coche quedó desecho.

Sin embargo minutos después se percataron que en el auto se encontraba una silla para bebés, pero éste no aparecía por ningún lado. Posteriormente uno de los socorristas lo encontró muerto varios metros atrás.

“Estamos acostumbrados a ver tantos accidentes, pero fue la única vez que lloré y ya después tardé en reponerme, pues al ver cómo se acababa esa familia”.

Una experiencia similar volvió a vivir una madrugada cuando a las afueras del hospital general de Querétaro dos personas que viajaban en un camión de pasajeros se incrustaron en un tubo de metal que se encontraba en el camellón.

El tubo se le incrustó en la unidad y atravesó a una persona por el estómago y a otra que iba en el asiento de atrás se le clavó en el brazo.

Sin embargo los rescatistas no llevaban equipo para realizar las maniobras para liberar a los pasajeros, por lo que José tuvo que acudir a su taller de hojalatería ubicado atrás del hospital general y con una segueta cortó el tubo que atravesaba a las dos personas.

Con el tubo incrustado en el cuerpo de ambos pasajeros fueron ingresados inmediatamente al hospital donde fueron atendidos; pese a la grave, José relata que ambos vivieron para contar la historia.

“No sacamos el tubo porque sirve de tapón, por eso corte de adelante y de atrás. Ninguno se quejaba mientras cortaba. Estaban como el shock, no duele con una lesión así, duele hasta después.

Asimismo, en sus 30 años de servicio José vivió la inundación de 1972 que afectó a la ciudad de Querétaro.

Ese año el Rio Querétaro se desbordó y la zona quedó totalmente inundada. Sin embargo la magnitud de las lluvias requirió su presencia en Irapuato, Guanajuato donde las afectaciones fueron más severas.

Aquel año diversos municipios de Guanajuato y Querétaro fueron afectados por las intensas lluvias, pero Irapuato fue de los más dañados.

“Anduvimos en lancha con el ejército recorriendo las calles y hubo muchos fallecidos, principalmente solados que eran los que estaban en la cortina de la presa resguardando y mucha gente, en las noches parecía que habían bombardeado”.

A sus 80 años de vida, José no tiene intenciones de abandonar el voluntariado, pues continúa con la prestación de sus servicios en áreas de adiestramiento o la impartición de talleres.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba