En México, la prevalencia de la obesidad y sobrepeso es un problema de salud que afecta a siete de cada 10 adultos y a tres de cada 10 niños; además de que el exceso de peso es un factor de riesgo para desarrollar enfermedades crónicas no transmisibles.
Por esta razón, se desarrolló en el Doctorado de Ciencias Biológicas de la Universidad Autónoma de Querétaro, por parte de Gilda Zacarías Aboytes, un programa de intervención enfocado en que las madres de familia puedan mejorar las conductas alimentarias de sus hijos, denominado “Niño Sano- Adulto Sano”.
Con el objetivo de medir los resultados de esta intervención, Yolitzin Cecilia Hernández Zúñiga, estudiante de la Maestría en Ciencias de Nutrición Humana, que imparte la Facultad de Ciencias Naturales (FCN), aplicó el proyecto “Evaluación del impacto de un programa educativo de prevención de obesidad infantil, en madres de familia” en la comunidad de Montenegro, en Santa Rosa Jáuregui.
“El programa consistió en seis sesiones con un tema cada uno, que se compartió con mujeres de la comunidad de Montenegro. Vimos cambios de hábitos, dieta equilibrada, lectura de etiquetas, hidratación e importancia de hábitos; incluso organizamos un taller culinario utilizando alimentos que encuentran en su comunidad y con productos de bajo costo”, señaló Hernández Zúñiga.
“Al inicio se les aplicó una medición antropométrica y un cuestionario de conocimientos sobre prácticas alimentarias y autoeficacia. Al terminar el curso se les aplicaron las mismas mediciones”, agregó.
De acuerdo con los efectos obtenidos, se determinó que las madres de familia de la comunidad de Montenegro mejoraron en cuanto su autoeficacia para cumplir con las recomendaciones nutrimentales, por ejemplo, proporcionar a sus niños una dieta variada, equilibrada y suficiente; conseguir que los niños consuman cinco porciones de frutas y verduras al día; lograr que los niños consuman suficiente agua; y limitar el consumo de azúcar para los pequeños.
Sin embargo, también se detectó que, aunque se mejoró el estado nutricio de los niños cuyas madres entraron al programa “Niño Sano-Adulto Sano”, este cambio no tuvo efecto en el Índice de Masa Corporal de las mujeres.
La evaluación se financió con el apoyo del Fondo de Proyectos Especiales de Rectoría (FOPER) y fue asesorada por Olga Patricia García Obregón, docente de la FCN en colaboración con la propia Gilda Zacarías, creadora del programa “Niño Sano-Adulto Sano”.
“FOPER fue una gran experiencia, es una competencia sana entre excelentes proyectos. Es muy importante que alguien confíe en tu investigación, que además te ayude con el recurso porque así pudimos adquirir los materiales necesarios para desarrollar la capacitación”, manifestó la Hernández Zúñiga.