Para el Frente Amplio por México (FAM), Xóchitl Gálvez significa la esperanza de poder ganar la elección presidencial de 2024 frente al aparato de Estado que, sin duda alguna, operará (y opera) en favor de Morena.
Ella podría simbolizar la posibilidad de un cambio frente al desastroso periodo que estamos viviendo en el país, pues tiene más tintes de candidata ciudadana que representante de la burocracia de los partidos políticos que sostienen al FAM.
Sin embargo, esa flamita de la veladora estuvo en riesgo de apagarse cuando se abrió la posibilidad de que la hidalguense no lograra derrotar, en la interna del frente, a la avezada política priista, Beatriz Paredes Rangel.
A pesar de que la también exgobernadora de Tlaxcala es una mujer con amplia experiencia y capacidad política indiscutible, representa al Partido Revolucionario Institucional (PRI), que en el imaginario nacional es el instituto que mejor simboliza la corrupción y al viejo sistema mexicano.
Si de por sí, ya es un peso difícil de cargar el hecho de que PAN y PRI vayan aliados en la contienda electoral, peor aún hubiera sido que un o una representante de su aparato fuera el candidato o candidata presidencial.
Esta condición haría más lejana la posibilidad de ganar la elección presidencial pues por esa animadversión hacia el tricolor, podría perder muchos votos en tiempos en que lo más importante es sumar.
Fuerza priista
La posibilidad de que Paredes Rangel ganara la interna no era algo alejado de la realidad.
Tenía ventaja porque el PRI colocó a una finalista contra dos del Partido Acción Nacional (PAN). Esta condición permitió que Beatriz concentrara toda la fuerza electoral de militantes y simpatizantes de su partido. Por el contrario, el blanquiazul forzosamente dividiría su voto entre Xóchitl y Santiago.
Si consideramos que hasta ese momento la diferencia en preferencias entre Xóchitl y Beatriz es de 10 puntos porcentuales (Consulta Mitofsky), podemos decir que la elección del FAM no estaba definida.
Agreguemos que la nomenklatura panista; es decir, el aparato del partido estaba del lado de Santiago ya que representaba sus intereses frente a Xóchitl, que no es apegada a la dirigencia del partido.
El exgobernador de Querétaro y excontendiente por la postulación presidencial, Ignacio Loyola Vera, lo demostró: llamó a sus simpatizantes y amigos a votar por Santiago Creel.
Beatriz también tenía ventaja pues durante los foros realizados demostró capacidad oratoria y visión política, mientras que Xóchitl (que no lo hizo mal) dejó en claro que aún tiene camino por recorrer.
En el foro de los cuatro finalistas del Frente, se escuchó limitada, quizá por el discurso que hizo, enfocado a promocionarse como “una mujer entrona” por encima de destacar los temas políticos nacionales.
Carisma política
Juegó a favor de Xóchitl Gálvez su carisma, naturalidad y empatía ciudadana.
A pesar de las agencias que la han de estar “asesorando”, sigue con su imagen fresca, popular, no política.
El riesgo que corre (todavía) es que la obliguen a ser “más cercana, más popular” y entonces la lleven a caer en exageraciones (como ponerse una máscara y subir al ring).
Tiene un discurso (hasta ahorita) cargado de sentimiento y emociones que empatiza con la ciudadanía. Dice lo que la gente quiere escuchar aunque no es seguro que sea el mismo efecto con la militancia panista.
Finalmente referir que su imagen ha logrado crear empatía ciudadana (solo observemos el enorme crecimiento en las preferencias electorales que ha tenido en un mes y medio).
Si los conserva, estos elementos la pueden proyectar como una buena candidata presidencial, aunque su gran reto es evitar ser devorada por la burocracia partidista.
Si el PAN y su dirigencia son congruentes con el escenario político, bien harían en apostar por ella. Preferir a los grupos de poder por encima de una candidata ciudadana, será la peor decisión en su historia.