Chicago, IL.- El cofundador de Facebook, Chris Hughes, acaba de publicar un editorial en el diario New York Times sobre por qué es necesario dividir a la red social más grande del mundo.
El creador de Facebook junto a Mark Zuckerberg, advierte que el concepto para conectarse con amigos y familiares a través del internet es demasiado grande y poderoso, generando todas las semanas noticias sobre violación de la privacidad, interferencia en elecciones o problemas de salud mental.
Hughes aclara que no ha estado en Facebook en los últimos 10 años, pero siente responsabilidad de hacer algo por el daño causado y establece que la ciudadanía puede tomar las riendas del asunto a través de la acción gubernamental.
Con nuevas regulaciones, el gobierno puede evitar que Facebook siga dominando el mundo de las redes sociales, adquiriendo a sus competidores, como hizo con Instagram y WhatsApp.
El cofundador recuerda que junto a Zuckerberg inició Facebook en un dormitorio universitario en 2004. Lo que comenzó como una pequeña red social para conectarse con sus amigos, explotó en popularidad y ahora conecta al mundo entero.
Hughes dice que gracias a las habilidades de su socio, Facebook pudo dominar a sus rivales, como MySpace, Friendster, Tumblr y muchos otros, pero además esos competidores hicieron mejor a la red social, que prevaleció ofreciendo un mejor producto.
Actualmente tres mil millones de personas utilizan Facebook, Instagram y WhatsApp en todo el planeta, lo que es manejado por la misma compañía. Por cada dólar gastado en publicidad en las redes sociales, 84 centavos van a parar a Facebook, que tiene un valor superior a los 500 mil millones de dólares, es decir, el equivalente al Producto Bruto Interno de las 65 naciones más pobres del mundo.
Cuando una sola compañía domina cualquier mercado, se convierte en susceptible de abusar de su poder. Las redes sociales son como cualquier otra industria estadounidense: solía haber competencia saludable, pero ahora muchos sectores están controlados por una o dos grandes corporaciones, que generan la ilusión de opciones, pero al final son ellas las dueñas de sus competidores.
El problema es que cuando esas empresas son demasiado grandes son proclives a los descuidos, desencadenando pobres prácticas de privacidad, interferencia de agentes externos en elecciones, promoviendo el discurso de odio y noticias falsas.
Siguiendo el objetivo de capturar más datos y atención de los usuarios, Facebook pone en riesgo su seguridad. Cuando las empresas se convierten en imperios, la gente pierde poder. En el caso de Facebook existen algoritmos que deciden lo que los cibernautas pueden ver en su página.
Facebook decide cuáles mensajes son distribuidos y cuáles no y qué contenido es violento o inapropiado para las audiencias. Incluso Mark Zuckerberg ha reconocido que su corporación tiene demasiado poder sobre el discurso público.
Llegó el momento de quitarle a Facebook el enorme poder que ha adquirido, empezando porque venda Instagram y WhatsApp para generar una verdadera competencia y opciones realmente independientes a los usuarios.