Hay causas estructurales para que el tipo de cambio ronde los 21 pesos por dólar, más allá de la estridencia política: la ley de la oferta y la demanda
Si un bien es abundante y poco demandado, su precio tiende a bajar; si un bien es escaso y altamente demandado su precio tenderá a subir.
Por un lado producimos y exportamos menos petróleo crudo, a un valor por barril menor que en la pasada década. Por otro lado compramos más gasolinas, gas natural y otros hidrocarburos a un tipo de cambio más alto.
De acuerdo con el Sistema de Información Energética de la Secretaría de Economía en el año 2011, la compra venta de hidrocarburos dejó un balance favorable de $25,000 millones de dólares.
Esta balanza se fue deteriorando hasta generar fuga de divisas a partir del año 2016, cuando el “Valor del comercio internacional de hidrocarburos y sus derivados” se situó en – $2,375 millones de dólares.
En el año 2017, el balance fue de -$3,955 millones de dólares y al mes de octubre de 2018 el balance está en -$1,812 millones de dólares.
Si el dólar no está mucho más alto, en parte se debe a los incrementos en recepción de remesas de los mexicanos en el exterior, el turismo y las exportaciones no petroleras que han tenido incrementos marginales.
Las declaraciones políticas hacen olas, sí, pero hay un mar de fondo.