Recientemente se formalizó un relevo en uno de los medios de comunicación más prestigiados de México, el cual llevaba casi una década esperándose: Alejandro Junco de la Vega dejó la presidencia de Grupo REFORMA en manos de su hijo, Alejandro Junco Jr.
A la par, se despidió de la Dirección General Editorial Lázaro Ríos, el joven chihuahuense con formación de ingeniero que le imprimió la novedosa mística de pensar en los procesos y flujos de información, para mejorar el producto final: la entrega de información útil, que permita la toma de decisiones. En su lugar, nombraron a quien hasta ahora ha sido el director del Imco, y colaborador de ese diario, Juan Pardiñas.
Los cambios marcan más que el fin de una era. Marcan el inicio de una nueva relación con un nuevo gobierno. La formación de Junco Jr. estriba mayormente en la era de la producción de información en plataformas digitales, que hoy marcan la pauta. Suya es la paternidad de la política de restringir el acceso al sitio web. Él y su equipo de editores web –del que me precio de haber formado parte– en el año 2000, discutía desde hace casi dos décadas cómo debía pensarse la nueva interacción lector-medio-lector, flujo que implica la importante necesidad de prestar atención a la retroalimentación, y ajustar líneas y contenidos editoriales.
Fue muy criticada –silentemente dentro del diario, y estruendosamente fuera de éste– la medida. El tiempo le ha dado la razón. Si bien disminuyó el número de clicks (como se medía entonces el flujo de usuarios únicos), el negocio no cayó. Se apreció formar parte de un sitio exclusivo. Lo decía él mismo, más o menos, en esos términos.
Hoy, ha desarrollado más ese músculo, al grado de tener, incluso, más despliegue físico y de infraestructura, para la parte digital que para la parte impresa, la cual, desde luego, no desaparecerá.
Y la de Pardiñas, continúa siendo una apuesta por mantener el rumbo editorial en las riendas de un senior manager, atento al funcionamiento de una empresa que debe ser competitiva. Un empresario que comulga con la idea de las reformas estructurales del sexenio pasado, por ejemplo.
Pero lo más relevante del segundo aire de REFORMA es el discurso frontal de Alejandro Junco de la Vega, en contra de la visión del nuevo gobierno. Arremetió contra aquellos que consultan, a modo, situaciones de compleja naturaleza para el futuro de la nación.
El entrelineado de su mensaje anuncia que está listo para ser el sparring de Andrés Manuel López Obrador. Se compró un sano pleito como observador del poder político y gubernamental. Si no es el primero, acaso si el más frontal de los que le han plantado cara a AMLO, en torno a la observancia crítica de su trabajo. Anunció a su antagónico; se anunció como el antagónico. Ese reto le gusta al Presidente. Ya dio muestra de ello en su relación con REFORMA justo en la era de su jefatura de Gobierno en el entonces DF, cuando recibió de este medio más crítica fundada, no de opinión, que de ninguno otro.
Una interesante nueva era se vivirá en REFORMA, sin ya –hoy por hoy– ninguna de las cabezas que lo confeccionaron hace un cuarto de siglo. Cosa de ver en los siguientes meses, años.