El INEGI nos reveló esta semana que hubo dos trimestres consecutivos de contracción del Producto Interno Bruto.
El afán no es entrar en la disputa por la definición de lo que le pasa a la economía mexicana sino entender cómo llegamos a este punto.
Y en esa búsqueda de explicar la situación actual hay numerosas variables, el crecimiento económico es multifactorial
En la entrega pasada señalé algunas variables que revelan con nitidez que desde al menos hace cuatro años la economía entró en una fase de desaceleración, con datos de la industria de la construcción, venta de automóviles e inversión pública y privada.
¿Por qué cayeron esas variables? Aquí algunas pistas.
El efecto Trump
Trump irrumpió como torbellino en el panorama electoral de Estados Unidos entre 2014 y 2016. Muchos lo desestimaron y calificaron como locuras sus promesas. Sin embargo, ganó.
Uno de los “villanos” en el discurso de Trump, causante del desempleo en entre los trabajadores manufactureros, fue el Tratado de Libre Comercio en América del Norte.
Por ello, amenazó con imponer aranceles a los autos que EEUU importara de México y prometió favorecer a las armadoras de autos que retuvieran plantas en territorio “gringo”, aunque el proceso de estudios para instalar una planta de esa naturaleza demore meses, si no es que años.
El resultado, un freno en inversiones. Aún hoy prevalece la incertidumbre sobre el sustituto del TLCAN. El TMEC -negociado en el último tramo del sexenio de Peña Nieto- aún tiene un futuro incierto. El tratado anterior no termina de morir mientras el nuevo pacto comercial no termina de nacer.
Tasa de interés
La tasa de interés es el precio del dinero.
Si la tasa es baja se fomenta el otorgamiento de créditos; por contra, si es elevada, se restringe la posibilidad de contraer un préstamo para la adquisición de bienes duraderos e inversiones.
La tasa de interés, como política económica, se usa para contener la inflación, es decir el crecimiento desmedido de los precios.
La tasa de interés de referencia es justo la herramienta que tiene el Banco de México para cumplir su mandato. Mantener el valor del dinero.
Si se toman en cuenta que el dinero es una mercancía de intercambios, cuando hay exceso de dinero su valor baja, en contraste cuando un bien es escaso, su valor tiende a subir. La clásica ley de la oferta y la demanda.
Sin embargo, en ese afán por mantener el valor del dinero y contener la inflación, la tasa de interés puede tener efectos negativos en el crecimiento económico.
“En general, ante un aumento en las tasas de interés reales se desincentivan los rubros de gasto en la economía. Por un lado, al aumentar el costo del capital para financiar proyectos, se desincentiva la inversión” explica el Banco de México en el documento “Efectos de la Política Monetaria sobre la Economía”
El mismo documento explica que al subir las tasas de interés “disminuye la disponibilidad de crédito en la economía para inversión y consumo”.
Gasolinazo e inflación
La tasa de referencia del Banco de México se encontraba en junio de 2014 en 3%. Su nivel más bajo en la década. A partir de febrero de 2015 comenzó una racha alcista en la tasa de interés, al subir al 3.25%.
En enero de 2017, a consecuencia de la “liberalización” del precio de las gasolinas, la inflación se duplicó. Pasó de 3.3% en diciembre de 2016 a 6.6% en diciembre de 2017.
Como el mandato del BANXICO es mantener a raya la inflación, continuó subiendo su tasa de interés hasta mediados de 2019, cuando llegó a 8.25%.
A partir de agosto pasado, luego de 5 años de incrementos, Banxico comenzó a recortar el precio del dinero.
Deuda pública
Uno de los factores que explican por qué el gobierno federal no ha aplicado medidas contracíclicas para revertir la desaceleración económica es la presión que sufren las finanzas públicas por la deuda pública.
En el año 2012, el Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público (SHRFSP), que es la medida más amplia de la deuda del sector público federal, se encontraba en los 5 billones 890 mil millones de pesos.
Para 2017, la deuda pública prácticamente se duplicó, al llegar a los 10 billones 031 mil millones de pesos. Como porcentaje del PIB pasó del 35.97% en 2012 a 45.87% en 2016.
En 2016, el costo financiero de la deuda, es decir, la cantidad de dinero del presupuesto para hacer abonos a capital, intereses y comisiones de la deuda se encontraba en 473 mil millones de pesos.
Para 2019, el presupuesto estimó un costo financiero de la deuda ubicado en 749 mil millones de pesos, lo equivalente a dos aeropuertos y medio de Texcoco o el 3% del PIB.
Los pecados de la 4T
Si bien la industria de la construcción y los niveles de inversión venían en picada desde 2016, la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México, solo ayudo a profundizar la tendencia.
En marzo pasado, al presentar el Reporte sobre las economías regionales, octubre-diciembre 2018, Daniel Chiquiar, funcionario de Banxico atribuyó a la cancelación del NAIM la baja que registró la industria d ella construcción en la región centro del país, sin precisar la magnitud del impacto.
Además de la cancelación de la obra, la tardanza en el inicio de las obras insignia de la administración pública ha impedido ejercer el gasto conforme como motor para la reactivación en el sector de la construcción.
Al mes de agosto pasado Hacienda reportaba un subejercicio en el gasto programado por 232 mil millones de pesos, aproximadamente un punto del PIB.
Si a eso se suman otros eventos, como la parálisis que por un par de semanas ocasionó la escasez de gasolinas, los bloqueos en líneas férreas de Michoacán, las huelgas en Matamoros, la renegociación de gasoductos de la CFE, el repunte de la inseguridad desde el 2015… el resultado está a la vista.
Entonces, llegamos a la situación actual por la desaceleración de varios sectores a lo largo de cuatro años, las decisiones de la anterior administración federal y del actual, la cautela de los inversionistas, aunado a otros factores externos de incertidumbre.
Las preguntas ahora serían¿está cerca una nueva fase expansiva de la economía?, ¿será una fase a ritmo acelerado? ¿Las acciones y planes del nuevo gobierno -en programas sociales e inversión en infraestructura- surtirán efecto o mantendrán a la economía mexicana con el freno puesto?
Las respuestas demorarán, los efectos de las decisiones no tienen un reflejo inmediato.