- Las alianzas con dictadores latinoamericanos pueden salir más caras de lo que piensa López Obrador…
Parece que a Andrés Manuel López Obrador le hace falta un desencuentro mayúsculo con Washington para que aprenda a hacer Realpolitik.
Pero al país no le hace falta un clima de crispación con el poderoso vecino, porque eso tendría efecto negativo en la inversión y la creación de empleo.
López, un presidente de lemas y ocurrencias, insiste en su cantaleta de que “la mejor política exterior es la política interior”, lo que eso signifique.
“En política, frecuentemente, la forma es fondo”, afirmó Jesús Reyes Heroles, quien también aseguro “En política es muy difícil el trasplante. Lo que puede hacerse es, si acaso, el injerto…”
La forma es que López está conduciendo a su gobierno hacía los lineamientos del Foro de Sao Paulo que considera a Estados Unidos un “garrote imperial”.
Trasplantar esa ideología del Socialismo del Siglo XXI a un país cuya economía sobrevive del libre comercio con EU, sería un injerto infectado.
Más allá de la retórica, EU ha mostrado que su Realpolitik es la política del poder y la defensa de sus intereses en cualquier parte del mundo.
El trafico de drogas, la migración indocumentada, está en los intereses, pero también lo está subrayar que Estados Unidos es el único campeón continental.
Tal parece que en los sueños macuspanos está la de convertirse en un nuevo “Benemérito de las Américas”, pero en la casa Blanca no sueñan.
Actualmente el presidente Biden está intentando hacer equilibrios con China, Rusia y la Unión Europea, eso no quiere decir que México está en el olvido.
En cualquier momento la Casa Blanca le puede dar luz verde a la DEA para que se vengue por la exoneración del general Cienfuegos o algo peor.
EU tiene la capacidad para aumentar o derribar el precio de los insumos, o para crear una crisis financiera que mande la “paridá” cambiara a su esquina.
Es seguro que en los intereses de Washington no está permitir que el vecino del sur haga un bloque con su principales enemigos en América.
El coqueteo de López con el dictador y experto en agitación política Miguel Díaz Cane, ha pasado de la simple retórica al peligro de amarres anityanquis.
Y esa política “interior” la respaldada con ayuda económica fuera de orden y la ratifica con la invitación a los festejos por la consumación de la Independencia.
Traer a Diaz Canel, y aliarse al Foro de Sao Paolo, es una jugada torpe que hace una mala forma a su “política interior” y la empujan hacia la izquierda.
Si el macuspano piensa que con poner a la Guardia Nacional a reprimir migrantes centroamericanos contenta a Washington, está equivocado.
Solamente López Obrador piensa que hacer un monopolio con la CFE y Pemex, es defendible como un acto nacionalista para favorecer el crecimiento.
Las reformas ultranacionalistas que López ha intentado para manejar desde Palacio Nacional al sector energético, ya tiene muchos litigios internacionales en proceso.
En México van a tropezar con controversias constitucionales contra la anacrónica y autocrática policía energética económica y mientras la inversión foránea está con alfileres.
Cualquiera con dos dedos de frente nota que la idea es que su gobierno pueda manipular a todos los sectores económicos desde los insumos principales.
La idea general es que López se quiere convertir en un autócrata con el apoyo de las dictaduras comunistas y a la espalda de Washington.
Si López piensa que Washington carece de métodos de presión para provocarle el tercer infarto, pues le hace falta ver más “Vox”.
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