¿Populismo? Guácala, qué rico. Esa es la relación que tenemos muchos frente a la tan llevada y traída palabra.
El catálogo de políticas populistas e irresponsables incluye los subsidios: dádivas que sacian el “hambre” pero “no enseñan a pescar a los más necesitados”.
Cuando los clasemedieros somos los beneficiarios olvidamos la retahíla de epítetos y elevamos al altar de los “estadistas” a quienes apoyan “la economía familiar”.
¿En verdad odiamos el populismo y amamos la responsabilidad? Depende de qué lado nos toca estar.
En Querétaro hemos festejado la eliminación de la tenencia vehicular, un subsidio que incentiva el uso del coche.
Mejorar la movilidad de la ciudad implica sacrificios: medidas populistas e impopulares por igual.
La populista: subsidiar al transporte público para bajar el costo del pasaje y construir más infraestructura.
La impopular: revivir el impuesto a la tenencia vehicular para financiar el subsidio.
Al final, el objetivo es hacernos responsables. Si contaminamos, lo justo es que paguemos por mitigar el impacto ambiental.