Israel Pérez Valencia | Catedrático
¿Qué características tienen los Millennials que los hacen tan especiales e incomprendidos? De entrada hay que decirlo: Son una generación muy inteligente, pragmática y creativa, no obstante, hay factores en los entornos familiar, social, económico y político que no les permiten explotar al fondo su potencial.
Por la realidad económica, muchos de ellos provienen de hogares en los que ambos padres tenían que trabajar; compensaron su soledad apoyándose en la tecnología, particularmente internet y las redes sociales que usan como escaparate para ofrecer una versión de quiénes son, aunque no sea del todo cierta.
También son una generación sobreprotegida, no está acostumbrada a los inevitables golpes de la realidad, por eso se detonó el Bullying, su inestabilidad laboral y que se tarden cada vez más en dejar el nido para ser independientes. Los Millennials son dispersos, están en muchas cosas a la vez, por eso les cuesta trabajo profundizar o tener una visión de lo que será su futuro. Su prioridad es el aquí y ahora, desarrollarse personal y profesionalmente, por eso el matrimonio y las relaciones duraderas no son opción.
Pero como bien lo señala el escritor Simon Sinek “No es su culpa”. Los que antecedemos a los Millennials, tenemos algo de responsabilidad por sus comportamiento, actitudes y conductas. Parte de su incertidumbre es fruto del entorno que les hemos ofrecido. No es que no los valoremos, es un problema de incomprensión. Por eso hay que orientarlos, no hay que olvidar que ellos manejarán los destinos de nuestro país en unos años.
Enrique Paniagua | Creativo
Estimado Millennial. Despierta huevón.
No sabes hacer una presentación decente ni con powerpoint. No sabes usar Excel o Word más allá de lo básico, como mi abuela. No sabes hacer un presupuesto, ni dirigir una junta de forma eficiente. No sabes hablar en público sin temblar. Ni siquiera sabes redactar un correo o una carta sencilla; ni se diga un proyecto más completo.
Pero eso sí, quieres puesto con oficina privada, tarjetitas de presentación modernas, un sueldo de directivo y los clientes que tú elijas. Quieres flexibilidad de horarios y vacaciones extendidas. Quieres lugar de estacionamiento.
Perdona que te diga esto; pero te lo digo porque te aprecio y, sobre todo, porque yo he estado allí antes que tú. Escucha: eres un bueno para nada. No eres especial. Y no, no te voy a contratar.
Me importa un carajo si eres millenial o generación X, Y o Z. Las reglas del universo no cambian de fondo, aunque cambien algunas formas. Y la regla primordial de los negocios es esta: ¿quieres cobrar? Tienes que generar primero. Nadie te paga sueldo de director por hacer un trabajo que podría hacer un asno bien entrenado. Crees que la industria se debe de adaptar a ti, pero estás soñando.
Tu currículum da vergüenza. Tienes más faltas de ortografía que palabras atinadas.
Si crees que emprendiendo en vez de contratarte te ahorras las jornadas largas y la mala paga, te tengo una pésima noticia. Emprender es muchísimo más difícil que trabajar. Ambos caminos son válidos y valiosos, pero en ambos la subida está llena de jóvenes flojos, creativos que no crean nada, networkers que no venden y emprendedores sin clientes, que viven con sus papás.
¡Felicidades, eres licenciado, como los otros seis millones que salen cada año de las universidades de México y el mundo!. Tienes que seguir aprendiendo y si dejas de aprender hoy, dejas de crecer hoy. Y ahí tenemos a los cuarentones chavorrucos que siguen de parranda y en casa de mamá. Vas que vuelas.
Obviamente hay excepciones. Conozco y he trabajado con jóvenes millenials y generación Z que sí traen la película correcta. Para los que no: esta es una llamada de atención.
Sal de tu burbuja, pártete el hocico; no trabajes para ganar dinero, sino para aprender. El aprendizaje te dará las herramientas para que puedas crecer, conectarte más y crear un producto o servicio único; entonces serás jefe, serás rico, serás lo que quieras.
Manuel J. Solis | Productor
Quienes se atreven a definir a los llamados millennial aseguran que «Son personas que se adaptan fácil y rápidamente a los cambios, pues ellos pasaron de usar el vídeo Betamax, al VHS, al DVD, al Blu-Ray y navegan con soltura en las aplicaciones de streaming….».
Yo nací en 1978, y el mundo en el que vivo es abismalmente diferente al que conocí de niño. Mi padre nació en 1953, y casi todo cuanto lo rodea es nuevo. El cambio ha sido una constante desde finales del siglo XIX, en que la población del mundo se volcó a las ciudades, nació la industria, el mercado moderno, la medicina, la química y las telecomunicaciones.
¿Cambios radicales? Eso ocurrió cuando se tiró el cable interoceánico y los periódicos estrenaron las secciones de noticias internacionales, cuando comenzaron a venderse antibióticos y cuando instalamos los primeros teléfonos en casa. Somos parte de un periódico histórico mucho más grande y complejo que «estos niños vienen con un chip nuevo»…
Hay un fenómeno psicológico que hace que los adultos veamos a los más jóvenes como algo diferente, sin los valores que nosotros teníamos o con características que nos son extrañas y ajenas. No lo son. Ese cuento de «los chicos y chicas de ahora…» es más viejo que el agua tibia y completamente imaginario.
Yo no pienso que esta generación sea diferente, en nada, a las pasadas tres o cuatro. Mi abuelo hubiera aprendido a usar Instagram en 10 minutos, y se habría dado cuenta de la tomada de pelo que es, en 15.