Dos refranes me vienen a la mente cuando pienso en la posibilidad de que Ricardo Monreal Ávila pueda ser el candidato que encabece una alianza opositora para un Gobierno de Coalición que proponga un plan de gobierno muy definido.
“Para que la cuña apriete ha de ser del mismo palo”, y, “Pa’ los toros del jaral los caballos de allá mesmo”.
Ambos refranes dicen casi lo mismo: Combatir el mal con lo que lo produce, un principio de la homeopatía.
Queda claro que hoy como nunca está vigente aquella sentencia de Jesús Reyes Heroles de primero el programa y después la persona, porque para que haya coalición debe haber una meta de gobierno en común muy delineada.
Los gobiernos de Coalición son una figura que aparece en la Constitución desde 2014 y claramente el convenio de coalición debe incluir el reglamento desde la misma plataforma que registre al candidato en 2024.
El CEN del PRI encabezado por ese chivo en cristalería que es Alejandro Moreno, hizo ruido con una iniciativa para reglamentar los gobiernos de coalición que, como todo lo que hacen nuestros legisladores, fue aprobada a medias.
La iniciativa de Alito y Carolina Viggiano, es inoportuna no por la sustancia sino porque no tiene posibilidades de ser aprobada y además enseña la oreja antes de tiempo.
El Artículo 89 fracción XVII señala: “El gobierno de coalición se regulará por el convenio y el programa respectivos, los cuales deberán ser aprobados por mayoría de los miembros presentes de la Cámara de Senadores…”
Y se añade que: “El convenio establecerá las causas de la disolución del gobierno de coalición”. Lo primero que salta es que la oposición debe ganar la mayoría en el Senado para poder establecer este tipo de Gobierno.
Si queremos acabar con el pillaje de la Cuatrote, en 2024 se deben sumar a los partidos de oposición esos 15 millones de electores del voto útil que le dieron la presidencia a López Orador.
Por ahora sobran aspirantes, candidatos y candidazos, todos tienen derecho, pero a la mayoría o les falta la capacidad política o no tienen imagen para la mercadotecnia electoral.
Tenemos a Lilly Tellez, Enrique de la Madrid, Claudia Ruiz Massieu, Santiago Creel, Beatriz Paredes, Damián Cepeda, Francisco Domínguez Servién, Juan Carlos Romero Hicks, al menos.
Unos no tienen experiencia suficiente o no tienen una imagen fácil de vender o no encontraría apoyo en todos los sectores y de ellos ninguno le quitaría votos a Morena.
Sería difícil que la izquierda o las feministas apoyaran a una conservadora como Lilly Téllez o que el núcleo conservador apoyara a Beatriz Paredes surgida del sector campesino y exembajadora en Cuba.
Santiago Creel o Enrique de la Madrid, tienen “cadáveres”, el primero el “copelo a cuello”, el segundo que su papá permitió el fraude de 1988, y este además, no sabe lo qué es irse a dormir con “la panza de farol”.
Otros parecen broma de mal gusto, como los presuntos delincuentes Alito Moreno o Francisco García Cabeza de Vaca, este último no ha asumido la nacionalidad mexicana y se le conocen al menos tres actas de nacimiento.
El problema de la oposición pues, no es de falta de personas sino la falta de un personaje que además de jalar votos opositores le pueda patear las espinillas a Morena que realmente es otra cara de López Obrador.
Los candidatos lopistas, Claudia Sheinbaum o Augusto López, son patéticos, incluso Marcelo Ebrard quien por la abulia del macuspano tiene una figura más internacional que otros aspirantes.
Pero Ebrard al igual que la doctora de la estufa de leña huele a rancio y tiene responsabilidad en la muerte de 26 personas por el accidente de la Línea 12 del Metro, caso lleno de corrupción e impunidad.
Muy a tomar en cuenta es que el escenario 2024 será tremendo: un país profundamente polarizado, con una delincuencia organizada más fuerte que nunca, un gobierno militarizado y una economía en recesión.
López Obrador se ha dedicado a sembrar la idea de que habrá fraude, que porque el órgano electoral es “corrupto” y “está vendido” al fantasma neoliberal que él mismo ha inventado.
Es claro que si no gana Morena el macuspano va a encabezar una tormenta gritando fraude y va a tener el apoyo de 22 gobernadores, el Ejército y al menos tres de los carteles más fuertes.
Por ello es que se están comprando granadas lacrimógenas y equipo antimotines, al tiempo de que López ya hace campaña electoral y enrarece el ambiente.
Así que no se necesita una bonita o bonito, sino un cabrón o cabrona que tenga la buena de Dios pero también suficiente diablo para que sepa a qué huele la mierda y no se asuste con la escatología.
La única posibilidad de sacar al macuspano del poder es con una victoria inobjetable por más de 10 puntos porcentuales, y aún así el morenaje se va a rasgar las vestiduras y gritar fraude, fraude.
Por eso se necesita un candidato que además de tener los votos de los cuatro partidos de oposición, PAN, PRI, PRD, Movimiento Ciudadano, capte el voto útil y le robe votos a Morena.
Y fuera de Monreal no se me ocurre otro que dé el perfil, de hecho, algunos priistas con quienes he hablado, aceptan que el zacatecano es una buena carta, pues además le tiene bien tomada la placa a López Obrador.
Todo indica que el PRI y PRD y casi seguro Movimiento Ciudadano aceptarían a Monreal, pero no parece muy claro que Acción Nacional, especialmente el panismo más recalcitrante lo acepte.
En fin ya veremos, por lo mientras hay que comenzar a hacer adobes…