Desde la otra fronteraMirador

Nuevos sueños imperialistas

Como sacado de un mal chiste o de plano de una pesadilla, en días recientes, el presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, ha dicho que le gustaría hacer de Canadá el estado número 51. Luego habló de “recuperar” el Canal de Panamá y después “comprarle” a Dinamarca Groenlandia. sumándose a la amenaza más real de hacer una “invasión suave” de México para derrocar a los carteles de la droga.

El caso de Canadá tomó a todos acá por sorpresa, pues surgió a raíz de la sorpresiva visita del primer ministro Justin Trudeau a Florida para entrevistarse con Trump. El canadiense fue a discutir el asunto de la amenaza de aranceles del 25% en caso de no reforzar de inmediato la frontera evitando migración ilegal y el paso de fentanilo… comparándonos con México. Haciendo abierta burla del líder canadiense, el gringo dijo que, si el país no podía enfrentar esos aranceles, le iría mejor anexándose a la Unión Americana.

Pocos días después, el lunes 16 de diciembre, la viceprimer ministra y secretaria de finanzas canadiense, Chrystia Freeland -repudiada por Trump desde su pasada gestión- iba a presentar el presupuesto federal, y en vez de hacerlo presentó su renuncia. La de por sí endeble gestión de Trudeau se tambaleó mucho más. El gobierno no ha sido disuelto solo porque el Parlamento está en receso y regresa hasta finales de enero. El líder de la oposición que había venido salvando al PM en los múltiples intentos de la oposición por derrocarlo, acaba de anunciar que ya no lo hará; y miembros del mismo partido Liberal discuten internamente cómo presionar a su líder para dimitir.

En el marco de este caos interno, llega esta pseudo broma -que ha seguido tomando forma- de anexar Canadá a los Estados Unidos; reforzada por la mención de ampliar el imperio gringo hacia Panamá al sur y Groenlandia al este.

Como un ejercicio especulativo, imaginemos por un momento el proceso y las implicaciones de esta amenaza. El año pasado atestiguamos la invasión de Rusia sobre territorio ucraniano, conflicto que aún continúa; algo impensable desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Y es en aras de este mismo asunto es que Trump ha invocado el riesgo del expansionismo ruso, como excusa para “extender” y proteger sus fronteras.

Canadá es parte de la Comunidad Británica de Naciones (Commonwealth), una asociación internacional de excolonias británicas, que sin embargo ninguna es potencia militar; en estos momentos ni siquiera la Gran Bretaña. En años recientes, las relaciones diplomáticas de Canadá con otras potencias mundiales se han deteriorado: con China e India hay serias tensiones, Rusia es enemigo común con los Estados Unidos y con la Comunidad Europea (con quien aun hay buenas relaciones), la debilidad económica de Alemania compromete la solidez militar de la unión…

Así las cosas, en el remoto caso de que USA quiera lanzar un ataque militar contra Canadá, es muy incierto quien querría apoyarnos. Y en ese sentido, es otra forma de presionar al país para que incremente a 2% su gasto militar.

Canadá tiene el segundo territorio más extenso del mundo, solo superado por Rusia. Sin embargo, su población es casi el 10% de la población de los Estados Unidos, con una economía fuerte pero extremadamente dependiente del vecino del sur. 

Otra forma de dominación, como hemos visto históricamente, es por medio de presiones económicas. Y siendo realistas en el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, los Estados Unidos son los que imponen las reglas, por ser el mercado más grande del mundo. Y es, en este sentido, quizá donde está la clave de las presiones y amenazas de Trump: una respuesta a la fortaleza de BRICS.

A diferencia de Trump, Biden ni siquiera ha mencionado a la nueva agrupación internacional liderada por China y Rusia, que se ha propuesto terminar con el dominio mundial del dólar americano; moneda en la cual se realizan la mayoría de las transacciones comerciales en el planeta. Trump ha prometido defender al “poderoso dólar” a toda costa.

Recordemos que BRICS son las siglas formadas por las iniciales de los países fundadores: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Fundada en 2009 con la intención de reducir el poder económico internacional de los Estados Unidos y las grandes potencias de Occidente. En años recientes, otras naciones de América Latina y Medio Oriente se han venido sumando a esta agrupación que podría ser un contra peso a la OTAN.

Entonces, echando un vistazo a la recomposición de poderes a nivel mundial, no es difícil entender las ambiciones imperialistas de Donald Trump. Y esto incluye poner un pie sobre México, que ha sido cortejado por Rusia para unirse al BRICS, que de hecho seria su mejor opción en caso de que se termine el acuerdo comercial trilateral… dejando a Canadá virtualmente “anexado” a la Unión Americana y a la nación azteca fuera de la jugada.

Las presiones al norte son más políticas y económicas, pero al sur, la alternativa es militar. Trump dijo que en su primer día como presidente habría de declarar a los carteles de la droga como organizaciones terroristas, una formalidad legal para poder desplegar ataques militares en aras de proteger su seguridad. Como el caso de la guerra expansionista y criminal de Israel nos ha enseñado, organizaciones como la ONU y la Corte Internacional no tienen ninguna capacidad para detener operaciones militares ni de proteger a naciones débiles.

Una vez más, ingenuos aquellos que creen que, si los gringos ponen en marcha su “invasión suave”, sería beneficioso para México. Los gringos solo protegen sus intereses, a cualquier costo. Me pregunto: ¿De qué lado pelearía el ejercito mexicano en caso de un enfrentamiento de USA contra el narco?

Ya veremos en enero hacia donde van las cosas y si las fronteras, de por sí ya difuminadas y muy permeables , se reconfiguran.

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