El costo de las gasolinas es un tema sensible en México. Polémico incluso en la semana de “luna de miel” tras las elecciones de 1º de julio.
Entre los argumentos de los detractores de López Obrador se esgrimió que hacer nuevas refinerías supondría una inversión tirada a la basura por el horizonte de crecimiento de los automóviles eléctricos.
Otros argumentaron que la refinación no es negocio, que tiene márgenes de beneficio raquíticos frente a un volumen de inversión inmenso para edificarlas.
Sin embargo, hay un grupo de inversionistas norteamericanos que van “a contracorriente” del mercado, pues desde 2016 mostraron interés en construir refinerías en México.
El grupo Refmex, filial de Amerapex, tiene ya identificados los costos y los lugares idóneos para construir refinerías en México, con un plazo de ejecución entre 24 y 30 meses.
Y es que “bajo el esquema de refinación actual, la demanda no puede ser satisfecha, por eso los mexicanos gastamos 10,000 millones de dólares en gasolina importada de Estados Unidos cada año”, reconocen en su propio sitio web.
El nuevo gobierno federal ¿aprovechará el camino avanzado por la iniciativa privada para cumplir con uno de sus ofrecimientos de campaña? Ahí hay un área de oportunidad, especialmente política.
Al menos, hay una sintonía con el próximo titular del Ejecutivo: “El argumento que opta por una refinería más barata, aunque no esté en México, omite un elemento estrechamente vinculado a los energéticos: la soberanía”, reconoce el sitio web de Refmex.