Vivimos en una época en la que predomina una sobreabundancia de información, no solo en los medios noticiosos, sino en las redes electrónicas de los medios sociales. Y si a eso agregamos los filtros culturales, tendremos un escenario surreal que llega a extremos cómicos.
En un mundo global, por lógica, lo que acontece en otras latitudes nos debería interesar porque tarde o temprano se reflejará en nuestra realidad inmediata, o quizá no…
Todos leímos sobre al avión ucraniano que fue derribado por un misil en Irán, una tragedia ocurrida por un error en medio de un ambiente político-militar muy difícil. Y aquí empieza una cadena de especulaciones noticiosas:
Acabo de oír una noticia en los medios informativos canadienses, los pilotos del avión derribado en Teherán alcanzaron a reportar a la torre de control que habían sido impactados posiblemente por un misil. Noticia que se filtró a los medios noticiosos, al parecer de las autoridades de Ucrania, donde se enviaron las cajas negras del avión.
Otra noticia fresca es la virtual exoneración del presidente Donald Trump, arrastrado a juicio político debido a sus conversaciones (filtradas también) con el presidente de Ucrania.
Primera conclusión, los ucranianos no saben guardar secretos.
Sin embargo, en días recientes la noticia que encabeza todos los noticieros de Canadá es sobre la epidemia (ahora mundial) del coronavirus. En el año 2003, Toronto vivió una epidemia similar, un brote del síndrome respiratorio agudo severo (Sars). La población aún recuerda esa época y ha generado, como en otros países, un cierto racismo hacia la comunidad china que es altamente predominante en Canadá.
El asunto es tan serio que la semana pasada un reportero de televisión perdió su trabajo por poner en sus medios sociales una foto de el con su peluquero chino con un cubre-boca y diciendo que “ojalá que hoy solo me llevo un buen corte de pelo…”
Mis amigos de Facebook (predominantemente de la CDMX y Querétaro) han venido subiendo toda clase de chistes acerca del coronavirus y de los chinos. Para los mexicanos burlarse de todo, reírse de otras razas es normal, es divertido. Como si nadie se tomara muy en serio nada. En otros países puede hasta ser un crimen.
Segunda conclusión, la versión de todo acontecimiento global a la mexicana es cómica.
Y al menos en las redes sociales mexicanas, la meme (léase conocido como chiste gráfico) número 1 es la rifa del avión presidencial. Parece que el presidente López Obrador, ha sabido dar cauce a la esencia del mexicanismo, con decisiones ejecutivas que rayan en burla.
No hace mucho leía un artículo de un medio sajón, en el que se analizaban las diversas crisis políticas y económicas que plagan Latinoamérica, donde la gente ha salido a hacer revueltas sociales en contra de muchas políticas económicas restrictivas; el peor de los casos Venezuela, pero este fenómeno recorre las calles de Perú, Colombia, Bolivia, Guatemala, Argentina, Uruguay y hasta Brasil.
Y decían que si en México, plagado de violencia entre narcos que ha dejado cientos y cientos de muertos, la gente no ha tomado las calles para quejarse (parece que los mítines clasemedieros anti-AMLO no han alcanzado una masa crítica) es porque las tragicómicas políticas del presidente han sido un efectivo catalizador de esa inconformidad.
Quizá mucha gente del pueblo honestamente cree que la rifa del avión presidencial (que al parecer sería ilegal hacerlo por medio de la Lotería Nacional), no solo le va a resolver los problemas económicos al país, sino que ¡hay gente que de verdad cree que se lo va a ganar!
Tercera conclusión, hay noticias falsas y mentiras verdaderas.
Tengo un par de amigos uruguayos, muy cultos y (al mejor estilo Mafalda) altamente politizados. La semana pasada me mandaron un video de medios sociales en el que un mexicano en Estados Unidos va a un supermercado, muestra una lata de desinfectante casero (Lysol) que en letras chiquitas decía que ese producto servía para eliminar -entre otras cosas- el coronavirus, y ¡que ha dicho lo mismo por décadas!
Y enfático explicaba que todas las noticias sobre la epidemia en China era una artimaña creada para distraer al público de Estados Unidos (¿quizá del mundo entero?) sobre el verdadero problema del momento: ¡el juicio político de Donald Trump!
Esto me recordó otro meme, una foto donde salen Angela Merkel, Putin y otros mandatarios sorprendidos de la decisión del presidente mexicano de ¡rifar su avión entre el pueblo mexicano!
La del estribo… Ha venido saliendo en periódicos mexicanos una noticia que asegura que las acciones de las empresas que invierten en marihuana en los países donde se ha legalizado están en picada, porque el negocio no ha funcionado. Pues en Canadá, contrario a lo que dice ese periódico, ha sido un éxito tan grande que justo este año entró en operación la segunda fase de su uso recreativo legal, en la que se ponen a la venta productos comestibles hechos con la droga. Se han flexibilizado las reglas en Ontario para abrir más tiendas, porque la demanda es altísima.
En números redondos, el primer año de su legalización en Canadá, este negocio ha generado ventas por más de 800 millones de dólares americanos, y se calcula que California habría vendido más de 3 mil millones de dólares al cierre de 2019. Pasar de la ilegalidad a los marcos legales conlleva complejos esquemas financieros, de producción, comercialización y controles de seguridad. Pero es un negocio exitoso, que genera muchos impuestos.
A veces resulta más cómodo creer lo que nos conviene creer, conformarnos con lo que pueden ver nuestros ojos, creer que el mundo (de las noticias) está muy lejos; y preferimos reírnos de todo lo que pasa allá, en lugares tan distantes como China, Irán, Ucrania o Canadá. A fin de cuentas, podemos reinventar México cada 6 años. Quizá si nos sacamos el avión del Peje en la rifa, podremos ir a comprobar si la crisis del coronavirus es una invención china, una trampa gringa, un chisme ucraniano o un sueño mariguano canadiense.