Chicago, IL.- Aquí en la Ciudad de los Vientos todavía hay varios niños separados de sus padres en la frontera. Estos menores están bajo custodia de la organización Heartland Alliance en albergues locales, encerrados bajo un total hermetismo sobre su situación.
Estos infantes son prueba fehaciente de que la Administración Trump no ha cumplido con el mandato judicial que la obliga a la inmediata reunificación de familias de inmigrantes indocumentados.
Un reportaje de Hannah Wiley en la revista Time expone el caso de Byron Xol Bol, detenido junto a su padre después de cruzar el Río Grande hacia Texas en mayo pasado. Este niño es uno de 416 que todavía permanecen separados de sus padres, quienes ya fueron deportados o simplemente no han sido localizados.
La política de “cero tolerancia” ordenada por Donald Trump provocó que más de 2,500 menores fueran separados de sus familias, hasta que la condena pública lo obligó a firmar una orden ejecutiva el pasado 20 de junio para regresar al método de detención y liberación que tanto criticó.
Byron Xol Bol está entre unos 300 infantes cuyos padres han sido deportados, con lo cual la reunificación es mucho más complicada.
Ricardo de Anda, abogado del menor, quiere que el padre de Byron, David Xol, regrese a la frontera y se entregue a las autoridades estadounidenses, que ya le negaron su solicitud de asilo político por amenazas de pandillas en su natal Guatemala.
La arriesgada estrategia podría funcionar ante un juez migratorio, pero es un tiro muy largo ante las políticas antiinmigrantes ordenadas desde la Casa Blanca.
El gobierno de Donald Trump incluso ha hecho más difícil para los inmigrantes —particularmente aquellos procedentes de Centroamérica— solicitar asilo. El procurador general Jeff Sessions declaró en junio que la violencia doméstica o de pandillas ya no son bases válidas para pedir asilo en los Estados Unidos.
David Xol dice que cuando ha logrado hablar por teléfono con su hijo Byron, la única e insistente pregunta que el niño le hace es cuándo volverán a verse. La respuesta del afligido padre es “pronto”, pero en realidad nadie lo sabe.