ACCIONES Y RAZONES/Efraín Klériga
* Milagro es que resulte lo que lleva 32 meses fallando…
Cansado de camelos que ya no impresionan, el presidente de la Ínsula Bataria elevó una nueva cortina de humo para distraer a la opinión pública.
Apeló antes a meter al fuego amigo a su regenta de Ciudad de México, pero ni ese destape ni los subsiguientes impresionaron, y la falta de medicamentos, la mala atención al Covid, su apoyo a Díaz Canel, y la caída económica, ocupan medios y redes.
Entonces tuvo que atreverse, sin mencionarlo, que conoce los otros datos, que ha mentido al decir que no hay masacres, que sabe que la inseguridad está fuera de control.
Claro, lo hizo a su estilo:
“Si no terminamos de pacificar a México, por más que se haya hecho no vamos a poder acreditar históricamente a nuestro Gobierno. Es un desafío hasta político porque nuestros adversarios se frotan las manos”.
Si confiesa que ni los abrazos, ni el fuchi caca funcionan, aclara que lo enojoso del asunto no son 91 mil occisos sino las críticas desde el tejado de enfrente y el peligro de terminar en el basurero de la historia.
Muy pocos se frotarían las manos y desearían que la inseguridad se perpetúe hasta 2024 sólo para no volverlo a ver, además, los errores, corrupción y excesos de poder crecen como Torre de Babel; sobra, pues, tela de dónde cortar…
En lo de la inseguridad como caída electoral, tiene razón, porque Enrique Peña Nieto ganó la presidencia señalando la violencia desatada en el calderonismo, y luego la perdió por no haber podido hacer la chamba.
Hasta el jueves van 89 mil 700 homicidios dolosos, y además, dos mil 443 feminicidios. Esto es, más asesinatos que los ocurridos en el gobierno de Vicente Fox, el 75 por ciento de los que hubo en seis años de Calderón, y el 58 por ciento del sexenio de Peña.
Lo que no dijo ni confesaría, aunque le quemaran los pies, es que además del avance de la pobreza, la inflación, la espinosa relación con EU, la no inversión, su gobierno es históricamente el peor combatiendo la inseguridad.
Pero cuando el encargado de arreglar el problema, sale — tras 31 meses en el poder— con que “pacificar el país es un gran desafío”, uno se pregunta ¿Pues dónde anduviste 12 años?
Y peor: “Se ríen ¿No? Se burlan de que he dicho que abrazos, no balazos. Y vamos a demostrar que funciona. No soy yo partidario de la ley del talión”, afirmó el terco.
Y luego con las frases que le manda Perogrullo: “La paz es fruto de la justicia”, sentenció, y ya dentro del absurdo, dice que eso, “Es un enfoque completamente nuevo”.
El nuevo enfoque del dirigente nacional de Morena y encargado de la Presidencia, será actuar, en lugares como Guerrero, donde él sabe que hay mucha violencia, regalando fertilizantes, para que la gente deje de sembrar drogas.
Un homicidio cada 15 minutos y el aumento de las masacres, no son para regodearse, ni tampoco para seguir con la cantaleta de “combatir las causas”, y que estas son la falta de repartir el dinero público y pases automáticos.
Y mientras el Ejército se despliega hasta dónde alcance en la administración pública, ni la vigilancia preventiva, ni la investigación de delitos, ni la procuración de justicia funcionan, pero el macuspano insiste en sus leyendas urbanas.
“Nunca hicieron nada por los jóvenes, jamás; al contrario, les cerraban las puertas en todo, querían estudiar y los rechazaban. Imagínense” … Y otra vez la burra al maíz (sic) y Sancho a soñarse gobernador.