Todos los medios de comunicación se hacen eco de las encuestas que avalan pronósticos electorales. Ojo, no del resultado de una encuesta (que muestra, como en una foto instantánea el estado que guardan las preferencias electorales), sino el instrumento de teoría de las probabilidades que determina qué candidato “va a ganar” las elecciones.
Los medios, en general, pasan esos pronósticos como información constructiva de los escenarios previos al voto, casi nunca preguntándose si esos pronósticos –meramente probabilísticos– pudieran o no confundir a los votantes y, al hacerlo, reducir su participación en las elecciones. O torcer el resultado de las mismas.
Afortunadamente, un nuevo estudio sobre previsiones probabilísticas en elecciones, realizado por Sean Westwood de Dartmouth, Yphtach Lelkes de la Universidad de Pensilvania y Solomon Messing del Pew Research Center, pone las cosas en contexto y advierte sobre los riesgos de usar y difundir no qué candidato está adelante en un momento dado, sino también cuál es su probabilidad de ganar las elecciones.
El mejor ejemplo que se puede tener a la mano es el de las elecciones presidenciales de 2016 en Estados Unidos. El uso de pronósticos probabilísticos –dice el estudio– fue una constante en la cobertura de la carrera presidencial, con un promedio de 16 menciones por día en transmisiones de noticias por cable. Y, al menos en 2016, los medios con audiencias más liberales (demócratas) presentaron más cobertura. Los pronósticos favorecieron, uniformemente, a Hillary Clinton para capturar la Casa Blanca, con probabilidades de hacerlo que iban de 70 a 99 por ciento.
Números como estos, “pueden dejar a las personas con la impresión de que la carrera es mucho menos competitiva que cuando ven los datos de las encuestas”. ¿Y entonces? Entonces sucede que desestiman su esfuerzo de ir a votar o, simplemente, confían en que “su” candidato (en este caso Hillary), “ya ganó”, no obstante las encuestas. Y es que, dice el estudio, “la probabilidad puede ser difícil de entender, y las pequeñas diferencias en las proyecciones de porcentaje de votos equitativos corresponden a grandes diferencias en la probabilidad de que un candidato gane”.
Los hallazgos del estudio –por otro lado– sugieren que “la cobertura de los medios que presentan pronósticos probabilísticos da lugar a expectativas mucho más sólidas de que el candidato principal ganará…”. Es decir, “el efecto puede afectar de manera desproporcionada a un lado: es más fuerte para el candidato que parece estar adelantado en las encuestas”. Algo que debería ser tomado en cuenta por los medios en México, de cara a las elecciones del 1 de julio próximo. Y por los propios candidatos.