Durante muchos años la violencia ha sido la constante, el día a día de todos los mexicanos desde los tiempos del viejo PRI (y el nuevo también) y que decir de los sexenios del PAN.
Para hacer un recuento, digamos más o menos rápido, durante el comienzo del gobierno de Carlos Salinas, se registraron 14 mil 493 homicidios.
A pesar de que a la mitad de su mandato los homicidios se fueron hasta 16 mil 594 en el año de 1992, en su último año fueron 15 mil 893 casos. Esos fueron los muertos de Salinas.
Con Zedillo, los homicidios fueron a la baja, pues durante su primer año,1995, las muertes violentas en México fueron 15 mil 612 y, en el último año de su administración se redujo el número hasta 10 mil. Esos fueron los muertos de Zedillo.
Llegó la transición y a pesar de la gran decepción que fue Vicente Fox, durante toda su administración, se reportaron las cifras más bajas de homicidios en el país en las últimas tres décadas.
El gobierno de Fox comenzó su sexenio con 10 mil 285 homicidios en 2001 y tuvo una reducción paulatina hasta 9 mil 329 en 2004, para cerrar con 10 mil 452 en 2006. Esos fueron los muertos de Fox.
Sin embargo, con la llegada de Felipe Calderón, se registró un repunte sin precedentes en este sentido, pues con su declaración de “Guerra al Narco”, el gobierno del panista, inició con la cifra histórica más baja en tres décadas (8 mil 867 en 2007), pasó a triplicar el número y llegar a 27 mil 213 en 2011, para cerrar al año siguiente con 25 mil 967. Esos fueron los muertos de Calderón.
Ya con “el nuevo PRI”, se podía decir que hubo una tendencia a la baja, que jamás pudo consolidarse, pues pasó de 23 mil 063 al comienzo del sexenio a un nuevo récord histórico de 35 mil 964 al finalizar el mandato en noviembre de 2018. Esos fueron los muertos de Peña Nieto.
Este recuento sirve para poder poner en la mesa a la oposición de aquel entonces (que hoy es gobierno), para medrar y utilizar a esas víctimas, para fines políticos y para decir que, de llegar ellos al poder, esta situación terminaría por decreto.
“Nos dejaron a México convertido en un cementerio”, fue una frase que lanzó la que sería Secretaria de Gobernación actual, en julio de 2018.
“Dentro de 3 años los niveles de violencia serán como los de un país de la OCDE y en 6 entregaremos un México en paz”, palabras del futuro secretario de Seguridad Pública Alfonso Durazo y actual candidato a la gubernatura de Sonora. Tan mal le fue que se tuvo que ir.
El presidente López en su pequeño y falaz mundo, dijo que ellos iban a “Reducir 50 por ciento los homicidios dolosos en un lapso de 3 años”, durante su toma de protesta.
A poco más de dos años de obradorismo, en 2019 hubo 34 mil 648 y en 2020 se reportaron 34 mil 515 homicidios dolosos. Los números más altos en la historia de México.
La autodenominada 4T, no solo ha sido incapaz de detener la violencia en México, sino que ha aumentado y está fuera de control.
Fuera de control, como la pandemia y todos los días mienten de forma deliberada y artera que vamos bien. Nadie en el mundo, en sus cabales, se atreve a decir eso con 34 mil muertes al año por homicidio.
Y decir que México ha sido ejemplo mundial en el manejo de la pandemia, y asegurar que estamos bien. De verdad raya en la crueldad.
“México está dando un ejemplo en el mundo porque logramos aplanar esta curva y evitar que se saturaran los hospitales sin medidas coercitivas, sin el uso de la fuerza. Con la participación voluntaria, consciente de los ciudadanos. Esto no se logró en otras partes del mundo”, dijo López.
Claro que no se ha logrado en otras partes del mundo, hoy tenemos casi 170 mil muertos por la pandemia, mexicanos que no debieron haber muerto (eso de acuerdo con cifras oficiales, pues puede ser el triple), 2 millones de contagios, el país con la mayor tasa de mortalidad del mundo, el país donde más empleados de la salud se han contagiado y han muerto.
En este tiempo, vuelvo a preguntarles ¿Quién no ha perdido a alguien, a un amigo, a un familiar por esta pandemia?
Tras su contagio y recuperación de Covid-19, López señaló que la enfermedad le sirvió para reafirmar sus convicciones y buscar avanzar en la transformación de México, a pesar de la crisis sanitaria y económica por la que atraviesa el país.
“Me sirvió (la enfermedad) para reafirmar mis convicciones, mis creencias, mi manera de pensar. Aunque los opositores dijeron que no estaban cuerdo, que estaba yo mal de mis facultades, enfermo, pues no, gozo de cabal salud”, dijo.
Ahora que el presidente regresó después de recuperarse por Covid, (y de darse el tiempo para repartir las candidaturas, de dedicarse a tiempo completo a planear su estrategia electoral), sigue sin usar cubrebocas, hablando de vacunas que no hay, inaugurar aeropuertos que no existen, de un México que solo el ve, de su AMLOTOPIA, pues, y de verdad es una falta de respeto, empatía, de solidaridad, para con la gente que no rectifique su comportamiento, para quienes hoy hemos perdido a alguien.
Eso es populismo en su máxima expresión, la simplificación de los problemas, el mostrarse “valiente”, todo va a favor de la satisfacción de su ego, a alimentar su emoción, no al bienestar del pueblo.
Lo preocupante no es eso, sino el fanatismo de sus seguidores que, emulando a su líder, por encima del sentido común, el decir que no se va a usar cubrebocas, pues porque “el presidente no lo usa”.
López no entiende que su proceder en la pandemia, ha costado decenas de miles de muertos en esta pandemia y hay muchos seguidores que le siguen aplaudiendo.
Y la necedad de no ser un ejemplo, de poner sus convicciones por encima de su responsabilidad moral e histórica con su gente, con México, de comportarse como estadista.
No, eso no va a suceder, 75 mil muertes violentas y 165 mil por la pandemia. Esos son los muertos de Andrés Manuel López Obrador. Y contando.
¿Cuántas muertes más necesita para rectificar?
¿Cuántos más López, cuántos?
Tiempo al tiempo.
@hecguerrero