VOZ DE MUJER / Cristina Reyes / Enero 18 , 2022
* No hay problema en que sean empresarios o sean multimillonarios, pues según sus trayectorias se han ganado a pulso su fortuna, el punto es el gran contraste, la gran desigualdad que existe.
Me llamó la atención, recientemente, un texto de Oxfam, organización mundial que trabaja para acabar con la injusticia de la pobreza, titulado «Las desigualdades matan» y presentado en la Agenda de Davos del Foro Económico Mundial (Suiza), donde se hace alusión a los diez hombres más ricos del mundo, quienes duplicaron su fortuna durante estos dos años de pandemia.
Ejemplos son Jeff Bezos, Mark Zuckerberg, Bill Gates, por mencionar algunos, que si ya eran multimillonarios, ahora lo son más. Según Oxfam, el patrimonio de los multimillonarios pasó de 700 mil millones de dólares a 1.5 billones, algo así como 12 mil 667 dólares más por segundo en los últimos dos años,, mientras que el 99% de la humanidad ha disminuido o perdido sus ingresos, algo golpeador.
Y esto invita a reflexionar, pues Gabriela Bucher, directora de la organización, mencionó que «en ese tiempo gran parte de las instituciones bancarias han inyectado billones de dólares a los mercados financieros como medida para salvar la economía, pero una gran parte ha terminado en los bolsillos de los multimillonarios, que han aprovechado el auge de los mercados bursátiles».
Además destaca que «el dinero acumulado por los más ricos podría servir para producir suficientes vacunas para el mundo, financiar servicios de salud y protección social universales, financiar medidas de adaptación climática y reducir la violencia de género en más de 80 países y aún así esos diez millonarios seguirían teniendo 8 mil millones de dólares más que antes de la pandemia»; millones de personas en el mundo contra estratosféricas fortunas repartidas solo entre diez, sin duda un dato que sacude.
No hay problema en que sean empresarios o sean multimillonarios, pues según sus trayectorias se han ganado a pulso su fortuna, su trabajo, ya que si lo vemos desde otro ángulo representan historias de éxito.
El punto es el gran contraste, la gran desigualdad que existe y nos invita a reflexionar, ya que en situaciones como la pandemia estos millonarios llevan la de ganar y generalmente gozan de privilegios, mientras la mayor parte de la población se ve afectada o se tiene que «amarrar el cinturón», como dicen, otros vivir al día y otros más en extrema pobreza.
Pero la realidad es ésta y, por lo menos en nuestro país, los sueldos parecen mantenerse igual por años y lo que sube es el costo de los productos y los servicios, creando un círculo que no permite por mucho superarse a la media de la población, más ahora con la pandemia.
Si tan sólo una parte de esos ingresos se distribuyera a nivel mundial, no se diga de cuántas vacunas y atención médica se podría lograr, pues como lo menciona Bucher, con los medicamentos se pretendía acabar con la pandemia, pero los millonarios y las farmacéuticas han controlado el suministro a miles de millones de personas de acuerdo a sus intereses, y esto una realidad.
Las desigualdades afectan, marcan, limitan y empobrecen a la sociedad de cualquier país y ha sido más notorio en estos tiempos, pues la Oxfam destaca que «los gobiernos de los países más ricos se niegan a aumentar los impuestos sobre la riqueza y siguen privatizando bienes públicos como la tecnología necesaria para la producción de vacunas».
¿Los grandes empresarios verán en un futuro por una sociedad? No lo sabemos, lo que sí sabemos es que se podrían cambiar las condiciones y la calidad de vida de las personas en un mundo de mayor igualdad, de mayor acceso a la salud, de mayor empatía. Para lo que habría que mejorar sistemas de gobierno, educación, valores y la empatía hacia los demás.
¿Pondríamos todos de nuestra parte para lograrlo? Es la gran pregunta.
crismija@hotmail.com