Parece ironía, pero en esta etapa de intercampañas, en la que no se puede hacer campaña, acaba de haber eventos que podrían repercutir fuertemente en las campañas.
La visita de las candidatas presidenciales al papa Francisco en El Vaticano es el equivalente a un touchdown para cada equipo, con apenas unos minutos de diferencia en el reloj. Primero anotó el equipo del Frente y, casi como respuesta inmediata, el equipo oficial.
Las fotografías de las candidatas con el Papa comenzaron a circular de inmediato, como repeticiones de la hazaña. Y eso se debe a que el Papa es una figura que puede generar efectos de coleo, los famosos coattail effects o, en el caso del Sumo Pontífice, el efecto sotana blanca.
(En la tradición norteamericana, el coattail effect se da cuando candidaturas de bajo calibre se benefician de la popularidad, méritos o imagen de un líder más notable, subiéndose, en un sentido figurado, sobre la cola de su abrigo para jalar votos).
De acuerdo con el seguimiento de encuestas nacionales de EL FINANCIERO, el papa Francisco es una de las figuras internacionales que cuenta con mayor popularidad en el país.
En diciembre de 2022, el Papa obtuvo 62 por ciento de opinión favorable y 22 por ciento de opinión desfavorable; mientras que en diciembre de 2023, la opinión positiva sumó 64 por ciento y la negativa 17 por ciento.
Digamos que la popularidad del papa Francisco en México es mayor que la que hasta ahora ha registrado cualquiera de las candidatas presidenciales. Y si consideramos la popularidad en términos netos, positivos menos negativos, la popularidad de Francisco está muy por arriba de la de AMLO.
¿SUMA EL PONTÍFICE?
Con eso no intento restarle importancia al papel que juega el Presidente frente al electorado de cara a los comicios, sino poner simplemente en perspectiva el peso potencial que podría tener el doble encuentro con el Sumo Pontífice.
Pero los posibles efectos de comunicación y campaña no pueden tomarse a la ligera, ya que dependen de distintos factores. Uno de ellos, quizá de los más importantes, tiene que ver con las señales o cues que percibe la gente de la imagen de las candidatas con el Papa.
¿Quién se ve más favorecida? ¿Con quién se veía mejor el Papa? ¿Qué símbolos se dejan ver en las fotos? ¿Cómo esos símbolos son interpretados? Y cosas por el estilo… bueno, y con estilo.
Las identidades partidarias suelen modular las señales, por supuesto: morenistas seguramente ven mejor la foto de Claudia Sheinbaum, mientras que oposicionistas aprecian más la de Xóchitl Gálvez.
Pero sus fotos con el Papa no van dirigidas a sus bases, sino que se dirigen al grueso del electorado apartidista, indeciso, volátil, cambiante.
A reserva de que expertos en imagen nos den sus impresiones, en mi opinión la foto de Xóchitl se ve más institucional, más formal y con un fondo religioso; la de Claudia se ve más personalizada, más íntima, menos formal, con un fondo con libros, más intelectual. En ambas hay ventajas y desventajas.
Será interesante ver si la señal del Papa tiene algún efecto o no en la manera en que el electorado valora a las candidatas presidenciales. Para la campaña de Gálvez, la anotación en El Vaticano siguió a una jugada que pudo parecer fumble, la foto con el expresidente Calderón, en Madrid.
Para la campaña de Sheinbaum, el timing fue crucial, no dejando que el equipo contrario se crezca luego de su anotación.
Los tiempos religiosos en el país también fueron propicios, coincidiendo con el miércoles de ceniza.
Si bien la población católica sigue siendo mayoritaria en el país, el apego a las tradiciones de la Iglesia, incluida la asistencia a servicios religiosos, ha ido gradualmente en declive.
Pero no por ello deja de ser importante la movilización del voto católico. En 2018, AMLO arrasó en la elección presidencial, pero según el estudio CNEP realizado en el país (Comparative National Election Project), su desempeño entre la población católica no fue el mejor. Anaya y Meade, candidatos del PAN y PRI en ese año, sacaron su mejor tajada entre el voto católico. Es donde más le quitaron al ganador.
Habrá que ver si Sheinbaum, de origen judío, logra mejorar los ratings morenistas entre el electorado católico. O si Gálvez se beneficia de las críticas de sus oponentes de estar del lado de los conservadores de derecha. De nuevo, parece haber pros y contras en ambos equipos al respecto.
Habrá que estar al pendiente de las señales o cues que se reciban de los encuentros con el Papa.